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Cuando Gustavo Petro cumplió un mes de haberse posesionado en el cargo de Alcalde Mayor de Bogotá, sus opositores, entre ellos la columnista del diario El Tiempo, María Isabel Rueda, quien en una columna de opinión titulada “La paja de Petro”, lo descalificó del todo, con la sorpresa del gremio petrista e izquierdista, quien con toda su razón pidió darle tiempo a la administración para poder hacer evaluaciones objetivas.
Qué curioso que hoy, cuando Enrique Peñalosa se encuentra a un mes de haber iniciado su administración, es el gremio petrista e izquierdista, quien descalifica al actual alcalde, siguiendo el mismo patrón de comportamiento de quienes se les oponían cuando estos eran Gobierno.
En Colombia no podemos continuar actuando en la política con sentimientos pasionales, descalificando todo cuanto hace el mandatario de turno, demostrando que en el fondo lo que se quiere hacer es una oposición destructiva, sin importar, ni tener un poco de consideración con el territorio que se gobierna, en este caso la ciudad de Bogotá, que bien descuadernada si se encuentra por culpa de los errores cometidos en los tres últimos Gobiernos, casualmente de la izquierda que hoy ataca con toda su artillería al actual burgomaestre.
Desde el momento en que Enrique Peñalosa tomó posesión del cargo como Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro no ha parado de trinar, descalificando todo cuanto dice y hace el actual burgomaestre, con la obediencia ciega de sus seguidores que como mansas ovejas se han dedicado a hacerle eco a su particular y poco objetiva manera de actuar.
Esos mismos seguidores, junto a uno que otro grupo de izquierdistas del Polo Democrático no solo descalifican los anuncios que hace Enrique Peñalosa, sino que además se han atrevido a insinuar que su administración se encuentra manchada con la huella de la parapolítica, por la presencia en el gabinete distrital de María Consuelo Araujo, hermana del excongresista condenado por vínculos con paramilitares, Álvaro Araujo Castro.
Si el actuar de la Conchis Araujo fuera el de un heredero de la parapolítica, yo sería el primero en darles la razón, pero como no lo es, no puedo estar de acuerdo con tal señalamiento. El ser familiar de un personaje acusado de algún delito, no lo hace instantáneamente culpable.
Si así fuera, el gobierno Santos sería el heredero del Proceso 8.000 por haber tenido en el equipo de trabajo del ministerio de Justicia y del ministerio del Interior a Miguel Samper, hijo del expresidente Ernesto Samper; Clara López estaría en el cuarto de San Alejo del Polo Democrático por haber sido la Secretaria de Gobierno de Samuel Moreno y Roberto Sáenz, hermano del guerrillero Alfonso Cano, sería indigno de haber ocupado una curul en el Concejo de Bogotá.
Lo curioso desde de este asunto, es que jamás se ha escuchado a algún político de izquierda descalificar ni al hijo del exmandatario liberal, ni a quien fue la segunda al mando del exalcalde preso en la Escuela de Caballería de la Policía por robarse a Bogotá y mucho menos al familiar del comandante de las Farc muerto en combate.
Claro, es que en estos casos hay que entender que los delitos de sangre no existen, tampoco se heredan y mucho menos se traspasan a otras personas.
Está bien que se planteen dudas cuando la administración no sea clara en su intención de llevar a cabo algún proyecto como el de metro elevado por ejemplo; está bien que cuando se cometa algún error, se señalen las equivocaciones, elevando propuestas que sirvan como alternativas; está bien que cuando se cumple un período determinado de Gobierno y existan indicadores que permitan medir el cumplimiento del Plan de Desarrollo, se evalúe al burgomaestre según lo demuestren los resultados de su gestión, pero lo que si no está bien, es que se haga oposición con pasiones políticas que no son nada objetivas y ningún bien le hacen a la ciudad.
Bogotá necesita salir del caos en que fue sometida durante las tres últimas administraciones. Para esto es necesario reconocer que en el pasado se cometieron errores y que es necesario corregirlos. Qué bueno sería que se aportara al debate de una manera constructiva, elevando ideas, aportando soluciones y no descalificando cuanto se hace y se dice desde el Gobierno Distrital.
Ahora, si no se va a apoyar a la administración actual y más bien se va a tomar el camino legítimo de la oposición, sería mejor que en aras de una objetividad en este ejercicio, se esperaran y con indicadores en mano, demuestre que el Gobierno Distrital tomó un camino equivocado, si así les parece, pero mientras tanto señores, en nombre de la capital de la República, les pido un favor: dejen gobernar.
