Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Sorprende darse cuenta de que una entidad como Corabastos, cuya actividad económica está relacionada con el agro en Colombia, ignore los cuidados que se deben tener con el ahorro del agua, en momentos en que se da una alerta de tipo mundial por la destrucción del medio ambiente que ha generado un cambio climático que afecta a todos los países.
La central de abastos en Bogotá no solo no desarrolla campañas educativas para sus miles de trabajadores y para las personas que la visitan, sino que además instaló 500 lavamanos —como medida de bioseguridad por la pandemia del COVID-19— con una infraestructura que deja mucho que pensar porque se hizo sin cuidar que a futuro no representaran ningún riesgo de escape.

Esto ha despertado enormes preocupaciones en gran parte de las personas que atienden las bodegas, porque en varias ocasiones se han presentado daños en las tuberías por las que sube el agua hasta la llave, y además por el mal uso que hacen muchos de los usuarios de estos lavamanos que no están enseñados a no desperdiciar el tan preciado líquido.
Muchas de las personas que utilizan los artefactos para cumplir con el constante lavado de manos no tienen la cultura del ahorro del agua, por lo que era necesario desplegar fuertes campañas para inculcarles el buen uso.
Para la instalación de estos artefactos se firmó un contrato por $178′500.000 con la Comercializadora JGVN SAS, olvidando que el tema no se limita únicamente a este asunto, porque está de por medio el cuidado y ahorro del agua, a lo que Corabastos no puede ser ajeno porque su actividad económica está directamente relacionada con el medio ambiente.
Surgen entonces las preguntas del millón: ¿Qué papel juegan aquí los órganos de control? ¿Se han dado a la tarea de inspeccionar este asunto? ¿Conoce el Distrito el desperdicio de agua en Corabastos? ¿Qué medidas ha tomado la Empresa de Acueducto de Bogotá?
Ni los órganos de control ni mucho menos las autoridades del Distrito, que dicen estar comprometidas con el medio ambiente, pueden guardar silencio ante tan grave asunto. Aquí se requiere una fuerte sanción a la central de abastos en Bogotá por no implementar soluciones a este problema de mal uso de estos lavamanos, sobre todo por instalarlos de manera antitécnica. Ni a un estudiante de primaria se le hubiese ocurrido una idea semejante.
Hago un llamado al Distrito y a los órganos de control para que intervengan en este asunto y le exijan a Corabastos cuidar del agua y no quedarse en silencio ante el evidente desperdicio del líquido.
