Se están volviendo costumbre en Bogotá las polémicas en las que semana tras semanas se ve envuelto el alcalde mayor de la capital, bien sea por alguna declaración mal dada en los medios de comunicación o, lo que es peor, por información en su hoja de vida que generan dudas en la ciudadanía.
Como bien lo sabemos, el pasado domingo el columnista Yohir Akerman de este mismo diario, expresó sus dudas en lo que tiene que ver con los estudios de maestría que aparecen en el perfil público del portal de internet de la Alcaldía Mayor de Bogotá, y en la hoja de vida recientemente publicada en un tuit por el senador Carlos Fernando Galán.
No voy a caer en la misma ceguera pasional en la que cayó la oposición política en Bogotá, que no dudó en pedir su renuncia y armar una red virtual en Twitter y en Facebook que pide su revocatoria. Sin embargo, sí quiero aprovechar este espacio de opinión para pedirle al alcalde mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, que por favor aclare las dudas que sobre él tiene la ciudadanía en la capital del país.
Es normal que, ante semejante señalamiento, la ciudadanía comience a dudar de sus gobernantes, quienes tienen la obligación moral de responderles y despejar cualquier inquietud que estos tengan, cosa que hasta el momento no ha hecho el alcalde mayor, y las pocas declaraciones que ha dado, las ha hecho en un tono desafiante y lleno de soberbia, actitud que en nada ayuda a calmar los ánimos.
Dice Peñalosa en su defensa que es el colombiano que mayor número de conferencias ha dado en el exterior sobre urbanismo, por las que ha sido bastante aplaudido. Ese no es el tema alcalde. La pregunta que se le hace es si son ciertos sus estudios en el exterior y, si es así, ¿dónde están las certificaciones que convaliden esos títulos?
Me cuesta creer que Enrique Peñalosa se preste a decir mentiras en la hoja de vida que debió registrar en el Sistema de Información y Gestión del Empleo Público, lo mismo que en la que debe reposar en la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Finalmente, es en el contenido de estos documentos sobre los que hay que discutir, no sobre los que en medio del calor del debate se van publicando en Twitter en el formato de la función pública, cosa que desde mi punto de vista no estuvo bien hecho de parte del senador Galán, quien por salir a defender al alcalde, lo que provocó fue más dudas al respecto.
Es por esto que, al igual que la mayoría de ciudadanos en la capital, estoy esperando que se las dé a conocer de manera pública, porque es a estos documentos a los que hay que creer, no a los que se va mostrando en un Twitter, donde claramente se puede deducir que no son los oficiales y mucho menos en un perfil elaborado no por el alcalde, sino por un funcionario del Palacio de Liévano, que no es capaz de corroborar la información que otro le entrega.
Si algo debe saber Peñalosa es que mentir en un documento público le podría acarrear sanciones disciplinarias; que cualquier dato que se escriba en la hoja de vida de la función pública debe certificarse. No creo que no lo sepan, ni él, ni mucho menos su grupo de asesores. Tampoco creo que se haya corrido con semejante riesgo. Es por esto que resulta inadmisible que en lugar de demostrar con documento en mano que no se está mintiendo, se acuda a hablar en entrevistas como la recientemente dada en La W, en donde francamente dejó más dudas que las que despejó.
Insisto, doctor Peñalosa, la Bogotá que usted gobernó hace más de diez años no es la misma. Las circunstancias han cambiado y por tanto es lógico que los ciudadanos que votaron por usted se sientan asaltados en su buena fe, luego de conocer los señalamientos que se han hecho por posible falsedad en los estudios que usted ha realizado en el exterior, así que por favor, señor alcalde, demuestre que no está mintiendo y le repito la sugerencia que le hice en días anteriores: colabórese un poquito.
Cambiando de tema, La práctica del secuestro es algo que toda Colombia debe rechazar. Por tanto, me uno a quienes piden la liberación de inmediata de mi colega Salud Hernández, junto a la de todos los colombianos que también se encuentran en poder de los grupos armados al margen de la ley.