La primera vez que un medio de comunicación denunció el tráfico de drogas ilícitas en los colegios de Bogotá, fue en el año 2008.
Lo hizo Caracol Noticias a través de una investigación de su Unidad de Informes Especiales, en donde los periodistas Marcela Pulido y Álvaro Fredy Acevedo describían la manera de cómo se desarrollaba el negocio, demostrando el hecho en tres colegios distritales de Bogotá, de tres localidades distintas (Suba, Kennedy y Engativa) .
El informe periodístico estuvo sustentado en una investigación sobre microtráfico en colegios que realizaron los investigadores León Valencia y Ariel Ávila.
Desde esa fecha hasta el día de hoy han pasado siete años, tiempo suficiente para que el Instituto de Bienestar Familiar, la Secretaria Distrital de Educación, el ministerio de Educación Nacional, la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación se pusieran de acuerdo en la manera en cómo abordar el problema y darle la solución adecuada.
De hecho, el tema fue puesto como punto de debate en la pasada contienda electoral por la Alcaldía Mayor de Bogotá, en donde la entonces candidata y hoy ministra de Educación Gina Parody, decía de manera contundente que “en Bogotá no había microtráfico, sino narcotráfico”, fenómeno que se había tomado los colegios y que era necesario combatirlo y defender a los niños y jóvenes de este flajelo.
Lo propio dijo el hoy burgomaestre Gustavo Petro, y hoy los resultados demuestran que poco se ha trabajado en el tema tanto en el ministerio de Educación como en el mismo distrito, y que una vez más este asunto les quedó grande no solo a estas dos entidades, sino también a la policía y a la fiscalía.
Como siempre, fue necesario un hecho trágico, como el ocurrido en el Colegio Marco Fidel Suarez, para que las autoridades despertaran de su letargo y se dieran cuenta de que el asunto se les salió de las manos.
De nada sirve entonces que se anuncien operativos en titulares de prensa rasgándose las vestiduras y que la Policía envíe a centenares de auxiliares a realizar requisas en los colegios, cuando el tema está tan expandido, que el trabajo que se hace por tratar de apagar el incendio, resulta inútil y mientras, los colegios seguirán en las manos de las mafias ilegales que se mueven alrededor de las drogas ilícitas, porque el compromiso hecho por Gustavo Petro mientras fue candidato a la Alcaldía Mayor, no se ha cumplido, porque el incremento de drogas ilícitas en los colegios de Bogotá es un hecho innegable por lo cual lass declaraciones del burgomaestre negando esta realidad, es otra más de sus acostumbradas mentiras.
No se entiende como en primer lugar el Congreso de la República, órgano de control político nacional, no ha citado a las autoridades a cargo para que den una explicación de porqué no se contraarrestó a tiempo la toma a los colegios por parte de los mercados ilegales de las drogas ilícitas en Colombia, y en segundo lugar porque el Concejo Distrital no realizó los debates suficientes a la Secretaria Distrital de Educación y a la Policía Metropolitana en donde a tiempo se pidieran los resultados en esta materia.
Si las primeras alertas se dieron en el 2008, como es que tiene que ocurrir una tragedia en el 2015 para en que Colombia se comiencen a pellizcar.
Como siempre, nuestro país reacciona de manera tardía a los problemas.
