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Encare el problema, presidente Duque

Óscar Sevillano

06 de mayo de 2021 - 10:00 p. m.

Colombia está pagando el precio de no tener a un líder al frente del país, que viaje a los territorios y conozca de primera mano las necesidades de la gente, escuchando a las comunidades sin que medie un libreto impuesto por sus asesores y amigos.

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Esta necesidad se ve en las calles y es el reclamo que muchos de los marchantes hacen, porque sienten que su voz no ha sido escuchada durante estos últimos tres años en los que Colombia ha tenido al frente a alguien con sueldo de primer mandatario, pero que ejerce como presentador de televisión y realiza su trabajo como presidente de la República manejando la nación a control remoto.

La mayoría de quienes se están manifestando son jóvenes que no ven ninguna solución a sus problemas y sienten que han quedado en una especie de “no futuro”, porque desde el Palacio de Nariño no se les envía ni voz de aliento ni respuestas palpables a sus peticiones de trabajo digno y estudios tanto básicos como superiores.

Es a estos jóvenes a quienes hay que escuchar, que no responden a las convocatorias de ningún sindicato ni de partido político alguno. Han salido a las calles a hacer sentir su voz de inconformismo por la falta de oportunidades y su rechazo por la corrupción, el clientelismo, amiguismo y nepotismo con que se maneja el Estado.

En estas manifestaciones se han mezclado el vandalismo y la criminalidad, que hacen de las suyas en medio de las protestas y aprovechan el momento para saquear almacenes de cadena, cajeros automáticos y hacer cuanto daño se les ocurre. ¿Que está mal? Por supuesto que está mal. ¿Que hay que caerles con todo el peso de la ley? Por supuesto que sí, mas no por esto se puede estigmatizar las marchas asegurando, con declaraciones como las del ministro de Defensa, Diego Molano, que están siendo financiadas por el narcotráfico, el Eln y las disidencias de las Farc.

Si lo anterior es cierto, señor ministro de Defensa, enséñenos las pruebas, porque ya estamos hartos de que desde el Gobierno Nacional y el Centro Democrático se señale, se acuse, se estigmatice, sin mostrar ninguna prueba y sin que se den resultados palpables en materia de inteligencia militar, capturas y judicialización de estas supuestas infiltraciones de los grupos armados ilegales.

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Acusar, señalar y estigmatizar con el ánimo de atemorizar a una sociedad que tiene los ánimos crispados es ser irresponsable. No se puede seguir en la línea del alto consejero para la “Paz”, Miguel Ceballos, quien luego de los ataques a los CAI en septiembre de 2020 dijo que detrás de estos hechos estaba el Eln. Si esto fue cierto, ¿dónde están las pruebas? ¿Cuántas capturas se realizaron? ¿Cuántas condenas hubo?

Hoy la gente no se atemoriza con cualquier declaración en do mayor, Cali lo ha demostrado, Bogotá también. Pero el Gobierno Nacional parece no entenderlo y en cambio ha empoderado al general Zapateiro para que le hable a un país en caos con un discurso más propio para un guerrillero en armas en medio de un combate que para unos ciudadanos con los ánimos exacerbados.

Para colmo, al presidente Duque se le ocurre la brillante idea de poner a Miguel Ceballos al frente de unos diálogos con la idea de calmar los ánimos. Nombrarlo en una misión como esta es como pretender apagar un incendio utilizando gasolina. Qué cosa tan contradictoria, ¿en dónde tiene la cabeza el primer mandatario?

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La solución está en el diálogo, en escuchar a los colombianos, en viajar a los territorios, pero este trabajo lo debe hacer el presidente Iván Duque directamente, apropiándose del problema y dejando a un lado las cámaras de televisión frente a las que posa todas las tardes leyendo un libreto lleno de propaganda política.

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Si escucha, dejará también de abusar de la Fuerza Pública, porque el primero en abusar de los policías y militares es el Gobierno Nacional, que los obliga a salir a enfrentar una situación de malestar que el mismo presidente provocó. Las Fuerzas Militares y de policía están integradas por seres humanos que sienten cansancio, que tienen hijos y esposas que los esperan en sus casas y en ellos también hay que pensar.

De igual manera también hay que pensar en los alcaldes que deben enfrentar el problema que dejan los actos vandálicos y el inconformismo desatado por el presidente de la República, mientras él, muy tranquilo en el Palacio de Nariño, prepara su libreto para su programa de televisión.

Esta protesta se salió de control y si el presidente no quiere que termine en una tragedia peor de lo que hasta hoy se ha vivido, lo invito a que por primer vez en su mandato salga de la comodidad del Palacio de Nariño y encare los problemas que su falta de visión y liderazgo provocó.

@sevillanojarami

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