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Ojalá el Distrito ponga un poco de orden al sistema Transmilenio especialmente en estos meses, porque a juzgar por lo ocurrido la semana pasada, cuando se vio a los miembros de la Coalición de la Esperanza darse un pantallazo en los articulados, me atrevo a decir que en adelante será tomado por los políticos en campaña.
El manual del usuario de Transmilenio prohíbe ejercer al interior del sistema actividades como venta de alimentos, consumo de bebidas alcohólicas y de cigarrillos, hacer manifestaciones públicas, actos de mendicidad, recolectar dineros y promover publicidad relacionada con política, lo mismo que las arengas.
No voy a decir que todo esto se cumple al pie de la letra porque es claro que el desorden típico del bogotano se ha tomado el sistema. Hoy día el 99,9% de lo que estipula este manual se incumple. Solo faltaba la presencia de la política al interior de los buses articulados, que por lo visto comienza a darse.
Por eso la alcaldesa de Bogotá debe pronunciarse al respecto y exigir a quienes están en campaña política, bien sea al Congreso de la República o a la Presidencia, no mezclar Transmilenio con sus actividades para ganar simpatías.
El mal ejemplo que dio el hoy concejal de Bogotá Julián Rodríguez Sastoque, durante su campaña en el 2019, no se puede repetir (ver video). Lo paradójico de este asunto es que el joven político todos los días dicta cátedra de moral y buen comportamiento e indica a los ciudadanos que las leyes y las normas hay que respetarlas, demostrando que el cinismo no tiene edad ni color político.
El Distrito está en la obligación de hacer respetar el sistema y alejarlo de la propaganda política, que no necesariamente se da en la medida en que determinado número de personas se dediquen a repartir volantes. Esta también se puede hacer de manera solapada, cuando un político ingresa al sistema con la idea de “desplazarse de un lugar a otro” pero con una intención publicitaria, tal como lo hicieron los señores Sergio Fajardo, Juan Fernando Cristo y Jorge Robledo, de la Coalición de la Esperanza.
Sorprende además que el personal que presta sus servicios al interior del sistema de Transmilenio no evite que quienes están dedicados a conseguir votos se tomen los buses articulados. No me extrañaría que en un futuro no muy lejano la senadora y primera dama de Bogotá, Angélica Lozano, haga lo mismo en su campaña por la reelección de su curul en el Senado. Si ya lo hizo Sergio Fajardo, gran amigo de la alcaldesa de Bogotá, no sería extraño que la esposa de dicha funcionaria haga lo mismo, o que un día de estos a don Ariel Ávila le dé por subir a un bus articulado para dictar las clases con las que busca votos para llegar al Legislativo.
Insisto: ya son demasiadas las reglas que se incumplen para el buen uso de Transmilenio como para que ahora los políticos en campaña desconozcan que la propaganda política no está permitida al interior de sus estaciones y buses articulados.
Cambiando de tema, al grave problema de inseguridad que se vive en Bogotá se suma la reactivación de los paseos millonarios.
