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La cantante Celia Cruz dice en una de sus letras: “lo que es bueno hoy, quizás no lo sea mañana; he ahí el valor del momento, he ahí el presente perfecto”, y creo que precisamente por eso, cuando de partidos se trata, no se puede ni se debe correr el riesgo de promover discusiones que puedan resultar costosas, como le está sucediendo a la Alianza Verde.
Hoy vemos al partido que sembró la esperanza de que era posible la renovación en la política, totalmente dividido y enfrascado en peleas internas que difícilmente se van a superar. Entre otras, porque ha imperado la ley del más fuerte que, por lo regular, busca la manera de imponer su voluntad aplastando al otro que considera como “minoría”.
Por supuesto, esta forma de proceder ha molestado a unos cuantos en la Alianza Verde que no desean que la senadora y primera dama de Bogotá, Angélica Lozano, los lleve a la Coalición de la Esperanza a apoyar al candidato Sergio Fajardo. Por más que la congresista diga que su favorito es Carlos Amaya, todos saben que su intención y la de la alcaldesa Claudia López, su esposa, es respaldar al exgobernador de Antioquia.
He ahí la primera división. Se ha hecho evidente que, aunque gran parte del ala política de la Alianza Verde está con la Coalición de la Esperanza, la mayoría de la militancia de base del partido está con Gustavo Petro y es a este sector al que hábilmente han acudido quienes prefieren acompañar una campaña presidencial de izquierda para hacer respetar su voz y no dejarse imponer algo que no es de su entero gusto.
Por supuesto esta discusión generó una puja interna que llegó a un punto de fuerte exaltación en los ánimos, que no permite ni permitirá una reconciliación en el corto plazo. Para colmo, esta fractura que se vive en lo nacional, ya se empieza a sentir de alguna manera en lo local. La prueba está en Bogotá, donde los concejales de la Alianza Verde tienen serias diferencias por la decisión de la mayoría de imponer la Ley de Bancadas, que dejaría a los cabildantes Lucía Bastidas, Luis Carlos Leal, Diego Cancino y Martín Rivera sin la posibilidad de votar negativamente los artículos que no les gustan del proyecto de Plan de Ordenamiento Territorial, presentado a discusión por la alcaldesa Claudia López.
De nuevo una mayoría imponiéndose sobre una minoría para no dejar espacio a la discusión. Lo más particular de este asunto de la Alianza Verde en Bogotá es que quien propuso la estrategia fue la persona que se precia de ser la renovación de la política: es decir, el concejal Julián Rodríguez Sastoque, de quien se dice en los pasillos del cabildo distrital que es manejado a “control remoto” por la senadora Angélica Lozano. Espero que este rumor no sea cierto.
Dudo que en la Alianza Verde exista alguna posibilidad de reconciliación porque, como bien lo dije, las fracturas no se quedan únicamente en lo nacional, sino que ya pasaron a la política local. Y para colmo, a la de mayor visibilidad mediática, es decir, la bogotana.
Pueda que en el mediano plazo Angélica Lozano, Inti Asprilla, Katherine Miranda, etc., decidan no seguir conviviendo juntos en un mismo grupo político y se separen. Pero una lección sí aprendieron quienes perdieron en este “fuego verde”, y es que en el juego de la política no siempre ganan quienes se consideran mayorías o se sientan fuertes.
