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¿Hay racismo en el Gobierno Nacional?

Óscar Sevillano

13 de mayo de 2021 - 10:00 p. m.

Aprovechando que estamos en los tiempos de los retos y usurpando un poco la tendencia entre jóvenes y adolescentes de establecer desafíos para probar la valentía de sus amigos, le voy poner uno al Gobierno nacional: que nos diga públicamente a todos los colombianos si dentro de la institucionalidad que abarca la Presidencia de la República y todo su equipo de gobierno hay racismo.

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Nada diferente se puede pensar de un Gobierno cuya cabeza se rehusó a dialogar con la minga indígena porque, según el fiscal general de la época, “atentarían contra su vida”, y cuya segunda al mando, es decir, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, en su cuenta de Twitter escribió en días pasados una frase haciendo alusión a que cualquier evento que congregue un nutrido grupo de estas comunidades estaría financiado por la ilegalidad.

A estos tratos despectivos de parte de las dos figuras más representativas del Gobierno nacional se une el ministro de Justicia quien, haciéndole caso a su jefe, les pidió a los indígenas que estaban en Cali en medio de las manifestaciones que retornen a sus resguardos, enrostrándoles las sanciones a las que se harían si llegasen a ser encontrados en medio de las revueltas que se han presentado en esta ciudad por las protestas.

Para colmo, algunos artículos y notas de periodismo no han ayudado mucho, porque hace referencia a que a la ciudad de Cali han llegado estas comunidades con “palos y machetes”. Desconocen estos colegas que eso que llaman palo es el bastón que llevan las autoridades de los diferentes cabildos que conforman un resguardo y que cada miembro de la guardia indígena carga también un elemento de estos, porque para ellos representa la autoridad que les confieren sus tradiciones y su cosmogonía.

Lo que tiene que ver con el uso del machete tiene su explicación y se encuentra relacionada con la agricultura, que es la actividad económica principal de un indígena, razón por la que a diario sus hombres cargan este elemento, mas no porque tengan alguna intención bélica.

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Bastante han tenido que padecer estas comunidades ancestrales en nuestro país como para tener también que resistir un trato despectivo de parte de un presidente de la República, su vicepresidenta y todo su equipo de Gobierno. Yo pregunto: ¿corresponde esto a un acto de racismo?

¿Qué le cuesta al Gobierno nacional reconocer a toda una comunidad étnica como su interlocutora? ¿Por qué insinuar que tienen intenciones criminales y qué están mezclados con la ilegalidad? ¿Cuál son los intereses que hay detrás de esta actitud del Ejecutivo?

El presidente y todo su equipo de gobierno deberían saber que no se puede desconocer a las comunidades indígenas en Colombia porque esto sería como negar nuestro pasado. El mandatario debería tener claro que esa realidad no se borra y que los indígenas tienen sus razones válidas para reclamar, incluyendo la manera como se han narrado los hechos históricos donde se exalta al conquistador, no importa cuántos crímenes cometió, cuántas tierras robó y a cuántas mujeres abusó sexualmente para conseguir sus propósitos, desconociendo a quien ya habitaba el territorio.

No es lógico tampoco tildar como un simple acto de vandalismo el derribamiento de monumentos como el de Gonzalo Jiménez de Quesada o Sebastián de Belalcázar, que, valga la pena decir, es un hecho que ha ocurrido en otros países de América. Aquí hay que mirar la cosa con ojos diferentes a los policivos.

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Así como se defiende a la Policía Nacional cuando es señalada por algún hecho en el que puede estar involucrado alguno de sus miembros, así mismo hay que defender a las comunidades indígenas en Colombia porque ni son criminales ni son asesinos y luchar por su honra y buen nombre es tarea del Gobierno nacional, especialmente del presidente.

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A Iván Duque no lo eligieron como presidente de las Fuerzas Militares y de Policía, sino como presidente de un país diverso. Por eso debe no solo escuchar a las diferentes comunidades y ciudadanías que lo componen, también tiene la obligación de darles un trato digno e igualitario, sin discriminación ni actitudes despectivas.

Por si acaso, les recuerdo también a algunos colegas que las tradiciones indígenas incluyen el uso de la hoja de coca y la marihuana, que utilizan a diario.

@sevillanojarami

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