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Nadie desconoce que la mayoría de los colombianos nos sentimos insatisfechos por la manera como la clase política y los diferentes gobiernos han conducido el país. Que es tanto el descontento que existe, no solo por la corrupción tan grande que se tomó la administración pública, sino además porque la mayoría de quienes han accedido al poder no lo han hecho con la intención de forjar una sociedad más próspera, sino, más bien, llevados por la ambición y las ganas enriquecer sus bolsillos.
Mas no por esto se puede admitir que una persona como Gustavo Petro se aproveche de este grado de insatisfacción, para valorizar su nombre, convocando a una marcha en las principales ciudades, justamente el día en que Iván Duque toma posesión del cargo de presidente de la República.
Como ciudadano que es, Petro está en todo el derecho de convocar a una marcha, pero ante todo debe saber que el ambiente político se encuentra bastante crispado; que cualquier palabra, frase o actuación dada en el momento menos indicado podría desencadenar hechos lamentables, y que por tanto no es para nada prudente una convocatoria de este estilo, en la fecha en que un nuevo mandatario toma juramento.
Me pregunto si Petro está dispuesto a asumir la responsabilidad de cualquier desmán que se pudiese presentar en la jornada de protesta y que desencadenara hechos de vandalismo y enfrentamientos con la fuerza pública, si es que no terminan en algo peor. ¿Por qué no hacerlo en otra fecha?; ¿por qué tiene que ser precisamente el próximo 7 de agosto?
No creo que la oposición que liderará Petro en el Senado de la República se perjudique si reconsidera la fecha de esa marcha, en la que no faltará el saboteador de oficio que con el ánimo de provocar a los agentes del Esmad les raye los escudos con pinturas en aerosol; escupiéndoles los pies, lanzándoles piedras, tomates, etc., o rompiendo los vidrios de los locales que encuentran a su paso, hechos en los que, claramente, el líder de izquierda no va aceptar su responsabilidad y más bien buscará culpables acudiendo al papel de “víctima de las circunstancias” como suele hacer en cada actuación en donde, como se dice popularmente, “mete las de caminar”.
Gustavo Petro durante los próximos cuatro años tendrá la suficiente exposición mediática, no solo por el indudable liderazgo político que tiene, sino además por los derechos que le otorga el nuevo Estatuto de la Oposición. No hay necesidad de buscar escenarios en un momento en que se podrían exacerbar los ánimos.
Colombia vive un momento delicado, donde es necesario cuidar de cada palabra y actuación. Es el llamado que se le ha hecho constantemente a la barra brava del Centro Democrático encabezada por los senadores José Obdulio Gaviria, Álvaro Uribe, Ernesto Macías, Edward Rodríguez, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal y Paola Holguín, y es el mismo llamado que se le hace a la izquierda, si es que en realidad ambos bandos quieren que se llegue a un entendimiento, ya que está visto que en nuestro país la tal reconciliación no existe, ni existirá.
La marcha que usted, doctor Petro, quiere convocar se puede hacer, sin tener que exponer al país al riesgo de que se pueda presentar una especie de “segundo Bogotazo”, porque no se pensó prudentemente y priman las ganas de figurar políticamente, valorizando nombres, exponiendo a una situación de riesgo personal a los ciudadanos del común que acuden con buena voluntad a exigir que se reivindiquen sus derechos.
