Una vez más la adrenalina política en Colombia, se encuentra en el más alto nivel por cuenta de las decisiones judiciales que se toman contra un miembro de la familia del expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez.
Por un lado se escuchan las voces de personas que forman parte del Centro Democrático, movimiento político del Álvaro Uribe, quienes aseguran que la orden de captura a Santiago Uribe, hermano del exmandatario, es una persecución política del Gobierno de Juan Manuel Santos contra el expresidente y todo lo que le rodea; mientras que en el otro lado se han encargado de sacar el espejo retrovisor, ripostando a los ataques verbales de la oposición y conformando una vergonzosa pelea de comadres.
Lo lamentable de todo este asunto es que nadie se haya dado a la tarea de preguntarse, por lo que puede existir al interior de la familia de Álvaro Uribe Vélez, que en los últimos años se ha visto inmersa en distintos escándalos que ponen en duda su manera de proceder.
Si a los hechos por los que se investiga a su hermano Santiago, le sumamos los casos en los que se han señalado a sus hijos Tomas y Jerónimo; la condena a su primo Mario Uribe por nexos con el paramilitarismo, más los casos de Dolly Cifuentes Villa, madre de Ana María Uribe Cifuentes, cuñada y sobrina del expresidente Uribe respectivamente, acusadas de pertenecer a la red del Chapo Guzmán, no es para nada extraño que uno termine dudando de la honorabilidad del entorno que rodea al exmandatario.
Creo que cometieron un error los amigos de Uribe y los amigos del gobierno, enfrentándose los unos a los otros, porque lo correcto es que se le pida tanto al expresidente, como a su misma familia, honestidad con el país entero.
Me perdonará el expresidente Álvaro Uribe, pero no es para nada normal que más de un integrante de su familia se le señale por relaciones con la criminalidad o se vean inmersos en señalamientos o escándalos judiciales.
En lugar de victimizar a los familiares de Uribe porque se les llama para que respondan ante la justicia por hechos que no son claros, lo que hay que hacer es pedirles cuentas y exigirles sinceridad con la opinión pública y con quienes les han elegido en cargos políticos.
Es lo mínimo que deberían hacer Uribe y sus familiares, en lugar de meter al país en un debate innecesario, donde hace ver a sus amigos del Centro Democrático como borregos que obedecen ciegamente a su pastor, sin importar si les lleva al matadero.
Una vez más se equivocan no solo el exmandatario, sino también el Gobierno Nacional, porque estos casos deberían dejarlos en manos de la justicia, a quien corresponde decidir si los familiares de Uribe tienen algún grado de responsabilidad en los casos que se le señalan y si no, absolverlos como corresponde.
Nada tienen que estar diciendo los senadores y representantes del Centro Democrático por la captura de Santiago Uribe. Hasta donde tengo entendido, el que es integrante del partido es Álvaro Uribe, no su hermano y si así lo fuera, es un asunto ajeno al movimiento político. Como tampoco es lógico que los ministros del Gobierno, salgan a responder por señalamientos políticos que se le hacen al presidente Santos desde la oposición del Centro Democrático, convirtiendo el escenario de debate en una plaza de mercado, cuando el asunto del familiar del hoy senador, no está en manos del poder ejecutivo, sino del judicial.
Dice el viejo y conocido refrán, “Zapatero a tus zapatos”. A los congresistas del Centro Democrático, les recuerdo que sus electores no los llevaron al legislativo para que sirvieran de abogados de defensa a los familiares de Uribe que tienen alguna investigación judicial, sino para que ejerzan control político al gobierno de Juan Manuel Santos.
Al gabinete ministerial, no se les nombró en el cargo para que se dediquen a contestar cualquier ataque verbal al primer mandatario que se haga vía twitter, sino para que se ocupen de determinados asuntos de gobierno.
Por último, al expresidente Álvaro Uribe y a su familia, den explicaciones al país entero por todas las actuaciones que se les señala.
No es normal que a varias personas de un mismo círculo familiar, se les señale por una serie de hechos que a la vista de todo el mundo no resulten muy claros, ni creo que se trate de persecución política, porque a Mario Uribe (primo de Álvaro Uribe) se le condenó por parapolítica, no ahora, sino con Uribe como presidente; a sus hijos Tomas y Jerónimo se les ha venido relacionando con manejos no muy claros en sus negocios, no ahora, sino desde que su papá era presidente; la cuñada y la sobrina de Uribe fueron extraditadas por solicitud del gobierno de los Estados Unidos por pertenecer a la red del Chapo Guzmán y a su hermano Santiago Uribe se le ha venido señalando de pertenecer al grupo paramilitar de los doce apóstoles desde mucho tiempo atrás.
Aquí no existe ninguna persecución política, aquí lo que hay es una cantidad de hechos que la familia de Uribe no ha sabido explicar.