Publicidad

La paz no debe quedar en manos de Uribe

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Óscar Sevillano
06 de octubre de 2016 - 01:26 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

En una opinión anterior pregunté si el Centro Democrático saldría a celebrar con abrazos y sonrisas si llegase a ganar el No. Por los hechos que vimos en la televisión el domingo anterior, puedo decir sin ninguna vacilación que la respuesta es afirmativa.

El pasado 2 de octubre cuando se confirmó el triunfo de quienes se opusieron a los acuerdos de paz, los vimos con las caras llenas de felicidad. Hoy cuando el presidente Santos le ha puesto fecha límite al Cese al fuego bilateral y se presenta la amenaza de una nueva ola de violencia en Colombia, pregunto, ¿continúan felices?

Muchos advertimos que de no aprobarse los acuerdos de paz, a las Farc no le quedaría otra opción distinta que  su regreso a la clandestinidad,  desde donde continuarían en medio de la guerra y fueron muchos colombianos incrédulos, que sin ser  necesariamente fans de Álvaro Uribe, le negaron la posibilidad  a Colombia de que el conflicto armado con el grupo guerrillero se solucionara por la vía del diálogo.

Este grupo de personas, junto con el combo de políticos y admiradores que acompañan a Álvaro Uribe  deben asumir la responsabilidad que tienen con el país, porque no era cuestión solamente de decir “no me gusta lo que acordaron en la Habana”.  Cuando algo no es de nuestro agrado, lo más responsable presentar   una propuesta alternativa que medie entre lo que se considera bien y lo que se considera que está mal. Sin embargo, hasta el momento no se ha visto nada serio al respecto.

Coincido con la senadora Claudia López cuando dice que “se asuma la  responsabilidad con  el triunfo del No en el plebiscito y se ayude a reconducir el proceso de paz”, porque todo un partido político, más un grupo de personas que se opusieron,  no pueden ahora  pretender lavarse las manos y decir que ellos no son gobierno y que por tanto no les corresponde redireccionar los diálogos.

¿Es que acaso el Centro Democrático, Andrés Pastrana, Marta Lucia Ramírez, Jaime Castro, José Gregorio Hernández y todo el que dijo que No, votaron sin tener una propuesta en mano?; ¿Es por eso que su discurso en medio de la campaña la hicieron con base en la mentira con frases como que a Colombia se la iba a tomar el Castrochavismo?, término que por cierto no se volvió a escuchar desde que triunfaron en la jornada electoral.

Hoy vemos como Álvaro Uribe se ha tomado el triunfo del No como suyo, porque insisto, hubo mucha gente que votó con esta opción, pero no porque simpatizara con el expresidente, sino por el rencor que sienten hacia el grupo armado. Sin embargo,   por ser este  el personaje más visible y con mayor fuerza en la opinión pública, se le han otorgado estas tareas, sin siquiera pensar si al exmandatario le interesa asumir esta misión con la urgencia que esta misma requiere y sin detenerse a analizar que a cada grupo que asumió la misma posición, pero que formaron parte de otras corrientes ciudadanas, es necesario escucharlos e invitarlos a formar parte de la mesa de diálogos para que expresen sus preocupaciones y presenten alternativas.

De esta manera la solución para toda la incertidumbre en la que se sumergió al país, no dependerá de la actitud irresponsable de una fuerza política, que como bien dice el viejo y conocido refrán “Ni raja la leña, ni presta el hacha”.

El proceso de paz no se puede dejar en las manos de Uribe, porque lo primero que este hará será dilatar las decisiones,  dando tiempo a que las elecciones presidenciales y de senado y cámara se acerquen y así mezclar lo uno con lo otro y sacar ventaja en materia de votos a favor de su partido político. Tampoco hará lo esencial en una mesa de diálogo, que es sentarse a hablar con el enemigo, es decir, con el secretariado de las Farc y por las luces que ha dado, tampoco autorizará a los miembros de su partido para que formen parte del grupo de negociadores. Mientras tanto la incertidumbre de Colombia estará a la orden del día.

Entiendo que muchos colombianos no deseen darle una oportunidad a las Farc, por todo el mal que causaron, sin embargo lo que no considero justo, es que por abrirle paso a la sed de venganza, se siga condenando a todo un país a continuar con una ola de violencia que hoy deja más de ocho millones de víctimas.

Lamento eso sí que el Gobierno Nacional haya sido incapaz de comunicar de manera oportuna y adecuada lo que se estaba negociando en la Habana. Fui testigo en muchas ocasiones de las miles de veces en que colombianos de distintos municipios preguntaban al personal de la oficina del Alto Comisionado,  en cómo podrían entender los temas de conversación entre los negociadores,  y la respuesta de estos funcionarios se limitaba en darles la dirección de la página de internet de la Presidencia de la República.  Uno de estos municipios era Quibdó capital del Chocó.

Lamento también que los partidos de la Unidad Nacional hayan demostrado que para lo único que pueden ponerse de acuerdo, es para pedir puestos y prebendas para alimentar  sus redes de corrupción política, porque para temas cruciales en  Colombia como la paz, no existe ninguna chequera multimillonaria que motive las ganas de trabajar en equipo.

Las consecuencias del no saber comunicar lo que se estaba negociando en la Habana, sumado a la incapacidad de la Unidad Nacional para trabajar en equipo y la falta de interés del Gobierno Nacional por crear las condiciones adecuadas para que el colombiano del común entendiera lo que significa la paz más allá de una firma, muy pronto las estaremos viviendo, mientras tanto Uribe seguirá pescando en rio revuelto para finalmente salirse con la suya, es decir, regresar a la presidencia en cuerpo ajeno.

@sevillanojarami

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.