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La petromezquindad con Bogotá

Óscar Sevillano

03 de enero de 2019 - 12:00 a. m.

Bogotá es una ciudad que requiere con urgencia respaldar planes y proyectos que la hagan ver como un territorio que le apuesta al progreso, donde cada administración distrital pone su cuota para que esto sea posible, sin pretensión alguna más allá de buscar el bienestar general para sus habitantes. Es por esto que resulta inaudito que Gustavo Petro y sus seguidores pretendan ahora que el Transmicable, que fue pensado para darles mayor calidad de vida a los habitantes de Ciudad Bolívar, se les escriture a su nombre.

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Para nadie es un secreto que el Transmicable fue una idea del exalcalde preso por corrupción Samuel Moreno Rojas. Que por supuesto el proyecto fue estructurado durante la administración de Gustavo Petro, y que su diseño fue mejorado, ejecutado y puesto en operación durante el actual mandato de Enrique Peñalosa, pero no para su uso personal, ni para ninguno de sus antecesores, sino para la ciudadanía. Lo que quiere decir que los únicos propietarios de este sistema de transporte aéreo urbano son los bogotanos, nadie más.

Cabe recordar que cuando se diseñó esta obra durante la alcaldía de Petro se proyectaron dos Transmicables: uno para Ciudad Bolívar y otro para San Cristóbal. Cada uno de estos requería una inversión gigantesca ($240.000 millones por obra), que en estos momentos Bogotá no podía realizar porque existe también la necesidad de mejorar la infraestructura de los portales y estaciones de Transmilenio, adquirir una nueva flota de buses articulados y planear y empezar a ejecutar lo que tiene que ver con el metro. Por esto fue necesario poner en operación solo uno, priorizando la necesidad de agilizar la movilidad en la localidad número 19 de Bogotá (Ciudad Bolívar).

Sería bueno que el petrismo tenga en cuenta todo lo anterior ahora que, aparte de reclamar la escritura a nombre del petrismo, Petro y su bodega reclaman además el Transmicable en San Cristóbal, pero olvidan, eso sí, que para llevar a cabo la obra en Ciudad Bolívar fue necesario arreglar los diseños y reestructurar el proyecto para que a futuro este no se vea saturado por el número de usuarios, pequeño detalle que ellos no tuvieron en cuenta.

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Esa costumbre de algunos políticos colombianos como Gustavo Petro, por ejemplo, de querer escriturar a su nombre obras de infraestructura, para más adelante sacar pecho y decir que esto se hizo gracias a su paso por la administración distrital, es la que tiene a la ciudad con un desarrollo urbano que camina a paso de tortuga.

No recuerdo que en Medellín quienes integraron la alcaldía de Sergio Naranjo reclamen ahora la escritura del metro en esta ciudad o que la familia de Fernando Mazuera, que fue el primero en pensar en un metro para Bogotá, hoy este reclamando los créditos para el exalcalde.

El Transmicable es la muestra irrefutable de que cuando los proyectos tienen continuidad en el tiempo se pueden poner en operación, sin importar de quién fue la idea y de quién fueron las manos que los pusieron en ejecución. Al final de cuentas quien gana es la ciudad, nadie más. Es por esto que se requiere que cada alcalde mayor de Bogotá ponga su granito de arena para que los grandes proyectos de infraestructura en la ciudad puedan ver la luz de sol.

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Si así hubiese sido en lo que tiene con ver el sistema Transmilenio, este lo tendríamos completo, operando como todo un circuito, y hoy día estaríamos pensando únicamente en la obra del metro y el tren de cercanías. Claramente esto no es posible porque fue necesario retomar el timón de los articulados abandonados por la corrupción de Moreno Rojas y la ineptitud de Gustavo Petro, y repartir el tiempo y los recursos entre los tres (Transmilenio, metro y tren de cercanías).

No puede ser, entonces, que ahora tengamos que ver a Gustavo Petro, Hollman Morris, Ángela María Robledo y compañía peleando como niños pequeños que cursan kínder o la primaria, reclamando para el petrismo unos derechos del Transmicable que, por supuesto, no tienen. Este es un bien que les corresponde a los ciudadanos del común, quienes sí lo necesitan porque a diferencia de estos tres personajes, que se movilizan en sus camionetas blindadas llenos de escoltas, ellos sí se movilizan en este sistema.

Esa petromezquindad y politiquería en Bogotá no sé a dónde nos va a conducir, ojalá no sea una segunda alcaldía en cuerpo ajeno de Gustavo Petro.

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