Las incoherencias de Andrés Pastrana

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Óscar Sevillano
09 de marzo de 2017 - 03:30 a. m.
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No deja de sorprender que un expresidente como Andrés Pastrana Arango, que se jugó su nombre con tal de conseguir la firma de la paz con las Farc, se encuentre ahora en el equipo contrario.

Lo más sorprendente es que sus declaraciones a los medios de comunicación para argumentar los motivos que hacen que se oponga al proceso de paz y a la implementación estén llenas de incoherencias e intrigas, cuando debería ser todo lo contrario, porque fue precisamente en su gobierno, cuando el país y el mundo entero tuvieron la oportunidad de no solo de conocer lo que en realidad eran las Farc, sino además de saber lo que significaba una firma de la paz, con todo el contexto que había en su momento a su alrededor y que aún persiste.

La experiencia y anotaciones que una persona como Andrés Pastrana Arango pudo aportarle a los diálogos de paz las desperdicia él mismo con su propia falta de visión y creería además que por un asunto de vanidad personal, un tanto egoísta, que no le deja aceptar que otro pudo lograr algo que él buscó y que le costó su prestigio y nombre.

No sé si esta puede ser la evidencia de que Andrés Pastrana no tenía ningún proyecto de país y que su llegada a la presidencia de la República se dio más por un tema de vanidad personal, movido por las ambiciones de su familia para fortalecer su grado de influencia en un círculo de poder bastante cerrado, desde donde se toman decisiones trascendentales para el país y en donde indudablemente se consolidarían como fuerza dominante, al menos por un tiempo.

De no ser así, no se entiende su terca oposición a la consolidación de la paz y a entender que las Farc de hoy no son las mismas que él tuvo que enfrentar entre los años 1998-2002. Como tampoco se entiende las razones por las que sus análisis y visiones son tan pobres en lo argumentativo, si cuenta con toda la experiencia para enriquecer el debate.

Todo lo anterior hace pensar que el también exmandatario Ernesto Samper puede tener razón cuando asegura que “el único mérito con el que este cuenta en su hoja de vida, es ser hijo del expresidente Misael Pastrana”.

Otra de las razones por las que se podría calificar a Andrés Pastrana como un ser incoherente es porque no le perdona a su antecesor Ernesto Samper el ingreso de dineros del narcotráfico a su campaña, sumado a los actos de corrupción que se denunciaron en su administración, pero parece no importarle que su sucesor Álvaro Uribe Vélez, al interior de su coalición, haya obtenido el apoyo de políticos con vínculos con paramilitares y que para lograr el cambio en la Constitución Política, se compraran a congresistas de la época con notarías, embajadas y demás gabelas.

¿Es que acaso para el expresidente Andrés Pastrana hay vínculos con ilegales buenos y vínculos con ilegales malos?; ¿actos de corrupción  buenos y actos de corrupción malos?

Cuando se rechaza un acto por improcedente o porque en su alrededor hay cosas oscuras, se lo debe hacer no solo con una persona, sino con todo aquel que actúe de manera similar. No puede ser que cuando conviene políticamente se condena un hecho y se acepta el mismo hecho cuando sí conviene políticamente.

Espero que ahora que se acerca Semana Santa, el expresidente Andrés Pastrana se dé a la tarea de reflexionar y hacer un examen de conciencia, que le permita cambiar de actitud y mostrarse como una persona consecuente con su actuar político y así deje de ser visto al interior del Partido Conservador, en donde ostenta la calidad de “jefe natural”, como “un pastor sin rebaño”.

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