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Ni la justicia se interesa por Bogotá

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Óscar Sevillano
24 de septiembre de 2015 - 02:11 a. m.
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Cualquiera que se dé un paseo por Bogotá puede darse cuenta del poco amor que le tienen, no solo sus habitantes, sino además sus gobernantes; y dentro de esto incluyo a la administración distrital, concejales y órganos de control (Personería y Contraloría), que se han encargado de llevarla al lamentable estado en el que se encuentra, gobernándola con decisiones equivocadas, no ejerciendo la veeduría necesaria y aprovechándose del cargo para robarla de frente, obviamente con la complicidad de la actitud pasiva de una ciudadanía que parece no condolerse por la capital.

En esta complicidad pasiva cabe también la justicia, que no actúa con la decisión y contundencia que se requiere y ha permitido que, por ejemplo, Samuel Moreno Rojas, cabeza del más grande robo a manos llenas que se ha dado en la ciudad de Bogotá, no solo se burle de ella, sino también de los ciudadanos que un día le confiaron la administración de la capital.

Resulta incompresible que, si las pocas personas a las que hasta el momento se les ha adelantado una investigación judicial por su participación en el carrusel de la contratación han confesado que lo que hasta el momento se conoce del robo a las finanzas públicas de Bogotá en la administración de Samuel Moreno no es ni la mitad de lo que realmente fue, la Fiscalía General de la Nación no haya sido capaz de producir resultados al respecto.

Es ahí donde uno no entiende cómo para casos como el de la excontralora Sandra Morelli, quien sostuvo un enfrentamiento con el fiscal Eduardo Montealegre, sí se actuó con efectividad y contundencia, al punto que tanta eficiencia en el trabajo terminó por generar sospechas en la opinión pública sobre la verdadera intención que pudo existir detrás de la eficacia en el caso; y en cambio, en lo que tiene que ver con un robo a grandes cantidades de dinero a las finanzas públicas de Bogotá, que contó con la participación del entonces alcalde mayor, Samuel Moreno, su hermano Iván, contratistas, concejales de distintos partidos, contralor y personero, no se sepa con certeza quiénes más participaron de toda esta asociación para delinquir que organizó el entonces burgomaestre.

Teniendo en cuenta lo anterior, uno se pregunta por el sentido de responsabilidad que tiene la justicia para con la capital, al punto de permitir, en primer lugar, que Samuel Moreno se burle de ella durante más de dos años dilatando el proceso judicial, y en segundo lugar, que sea incapaz de investigar quiénes más hicieron parte de toda la asociación para delinquir que se conoce con el nombre de carrusel de la contratación.

Me va a disculpar el señor fiscal general, Eduardo Montealegre, pero solo es cuestión de tener un poco de sentido común para saber que de un caso así hacen parte alcaldes locales, concejales, ediles, órganos de control, secretarios, directores de entidades descentralizadas en el distrito capital y funcionarios públicos en todas las entidades que acabo de mencionar. Pregunto entonces, ¿Cuáles son los resultados que se tienen en esta materia y, si se los tiene, por qué no se han dado a conocer?

El carrusel de la contratación no es una cosa que se reduzca a unas cuantas personas como se pretende hacer creer. Esto va mucho más allá y uno no entiende por qué no se ha actuado con la misma firmeza y contundencia que se actuó en casos como el de la contralora Morelli por ejemplo.

Con tan poca efectividad en los resultados surge también la pregunta de si es que puede haber algo más grave en el que pueden estar involucrados personajes de mayor peso, y si conocerlo podría causar un tsunami político. Si es así, con mayor razón debería actuarse e informarlo, porque solo de esta manera los ciudadanos pensarían en las personas que se van a elegir, bien sea para alcalde mayor, concejal o edil.

La justicia tiene una responsabilidad con la ciudad, que no ha sabido cumplir porque es claro que no ha tenido compromiso con Bogotá, que en últimas es la única víctima; no sólo de quienes han llegado a su administración para robarla, sino también de personajes que, como el alcalde Petro, acceden a la Alcaldía mayor para convertirse en una especie de mal aprendiz en gestión pública y gobierno y acabar de paso con el poco optimismo de sus habitantes.

@sevillanojarami

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