Me resulta difícil creer que los colombianos no aprendan la lección que dejó el escoger a una persona que puede ser muy inteligente, como Iván Duque, pero que contaba con muy poca experiencia en el manejo de lo público y escaso conocimiento del país, como para ahora repetir la experiencia con el señor Rodolfo Hernández.
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No he leído una sola propuesta del exalcalde de Bucaramanga que permitan conocer la profundidad de sus análisis. Únicamente le he escuchado frases e ideas simplistas que a cualquier persona se le ocurriría para ganar aplausos y gritos a su favor.
No es eso lo que el país necesita. Colombia requiere superar la crisis en el orden público que deja el Gobierno de Iván Duque y la persona que pretende manejar los destinos del país, no solo debe tener claro que existe una guerrilla que se denomina con el nombre de Ejército de Liberación Nacional; más otro grupo ilegal que recicla a los paramilitares que no quisieron desmovilizarse o que se desligaron del proceso de Justicia y Paz en el gobierno Uribe, sumado a las diferentes estructuras que se conocen como disidencias de las Farc.
Quien resulte elegido como presidente de la República debe además de conocer los nombres de estos grupos ilegales, saber en qué territorios se mueven; cómo son estos territorios; cuáles son sus conflictividades sociales y económicas para ofrecerles soluciones, más allá de la simple y trasnochada respuesta de repartir plomo y bala.
El candidato que obtenga el primer cargo del país debe, además, pensar y analizar si conviene o no el restablecimiento de las relaciones con Venezuela y dar solución a los migrantes del vecino país que decidieron instalarse en nuestro territorio de manera permanente y hoy deambulan por las calles de las ciudades y municipios, con el riesgo de convertirse en presa fácil del crimen organizado en Colombia.
Por supuesto, debe dar respuesta a los problemas económicos en nuestro país como método efectivo para la debida recuperación económica, en la pospandemia y, además convertir las soluciones que implemente, como permanentes.
Otros asuntos en los que se debe pensar son la crisis en la salud, seguridad ciudadana, lucha contra el narcotráfico, educación para niños y jóvenes y una larga lista de etcéteras que hasta el momento no le he escuchado mencionar a Rodolfo Hernández.
El único mensaje de Rodolfo Hernández que a mis oídos han llegado, es que va a luchar contra la corrupción, cosa que me parece muy bien. El tema es que no sé cómo le hará teniendo en cuenta que el candadito se encuentra llamado a juicio precisamente por un caso de corrupción.
Le he escuchado además prometer que va a acabar con el derroche en el gasto público y, que para esto lo primero que hará es quitar los esquemas de seguridad asignados a determinados personajes de la vida pública, cosa que me parece loable, pero me pregunto si personajes como Armando Benedetti, quien se retira del Congreso de la República el próximo 20 de julio o el exfiscal Néstor Humberto Martínez, por ejemplo, permitirán que les quiten el carro y los escoltas.
Por lo anterior y por más detalles que no alcanzo a exponer en esta columna de opinión, expreso mis dudas de lo bien que pueda gobernar el señor Rodolfo Hernández a un país con las complejidades de Colombia.
Mi voto será por el candidato Gustavo Petro, y le pido que corresponda a la confianza que le otorgamos sus electores y gobierne para todos, sin ningún tipo de sesgos ideológicos.