Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Una democracia seria requiere del trabajo de la oposición porque solo así se pueden advertir riesgos a quien ejerce la difícil tarea de gobernar y corregir errores.
Por lo anterior, se necesita que quienes se dan a la tarea de oponerse lo hagan con diligencia y rigurosidad, evitando hablar no porque exista algo que decir o que advertir sino por el afán de buscar clics en las redes sociales esperando pescar algún micrófono y una cámara que le sirva como caja de resonancia.
Para nadie es un secreto que la presidencia de Gustavo Petro genera bastante prevención incluso en un grupo de colombianos que, como yo, le dimos nuestro voto de confianza en las elecciones de primera y segunda vuelta. Es por esto que resulta de vital importancia el papel que durante estos cuatro años pueden jugar los partidos y movimientos políticos que se han declarado en oposición y quienes desde el día uno de este gobierno, debieron definir una hoja de ruta, que hasta el momento no se ha visto y debe estar más allá de las marchas y las arengas en contra del primer mandatario.
Durante los primeros cien días del gobierno de Gustavo Petro solo puedo destacar el papel de dos personas de la oposición: hablo de las senadoras Paloma Valencia y Paola Holguín, porque al resto de congresistas que pertenecen a este lado de la política debo decir que no les he visto ni les he escuchado dar un argumento serio que merezca resaltar.
Casos como el del senador Miguel Uribe Turbay, me han dejado bastante sorprendido porque su oposición la ha ejercido pensando con el Twitter y no con la cabeza. No me extrañaría que sea esta la razón por la que aseguró que la clase media ganaba entre 20 y 60 millones de pesos y además, escribió en redes sociales, que la decisión de Falabella de cerrar algunas de sus tiendas para pasarse al escenario comercial digital, era gracias al “efecto Petro”.
Muy difícil creer en el papel que va a jugar la oposición durante este cuatrienio si continúa en el plan de dar declaración sin ningún tipo de análisis sin argumentos profundos y pensando además que la mejor manera de oponerse es insultando, gritando, manoteando y llevando la contraria solo por llevarla.
El Congreso de la República debatirá durante el próximo semestre, proyectos bastante delicados como el Plan Nacional de Desarrollo, la reforma a la Salud, reforma electoral, reforma política y demás proyectos de iniciativa de los mismos senadores y representantes, y se requiere del papel de la oposición pero no de una oposición camorrera y hostigante sino de una oposición que señale los errores en que se esté incurriendo y advierta los posibles riesgos, partiendo eso si de análisis profundos, con argumentos bien estudiados y expuestos de manera adecuada, lejos de cualquier pasión y afán de protagonismo.
No es posible que de un grupo de más de 20 entre senadores y representantes que se han declarado en oposición al gobierno Petro, solo pueda destacar a dos: Paloma Valencia y Paola Holguín.
