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“Págueme la renta”

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Óscar Sevillano
10 de diciembre de 2020 - 03:00 a. m.
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Fue muy común escuchar durante los inicios de la pandemia del coronavirus, frases que vaticinaban un cambio en la actitud del ser humano, partiendo del supuesto, de que el aislamiento haría caer en cuenta de los errores cometidos por los afanes del día y la carrera por ganar un mejor salario y obtener una mayor calidad de vida.

En muchas ocasiones escuché decir que luego de que esta situación a la que nos llevó el coronavirus, “sería la razón que nos llevaría a convertirnos en mejores personas, más comprensivos, menos egoístas y mezquinos”.

Hoy, cuando estamos ad portas de cumplir un año de pandemia y que se ha dado cierta libertad para ejercer las actividades diarias, puedo decir sin ningún titubeo, que eso de que seríamos mejores seres humanos, no es sino pura carreta, porque más bien, lo que he podido notar es que la mala situación económica, consecuencia del aislamiento obligatorio, es la excusa perfecta para ser más incomprensivos.

Lo anterior, lo he notado en la medida en que he sido testigo presencial de la manera como, por ejemplo, arrendadores han obligado a familias enteras en Bogotá a desocupar la pieza, el apartamento o la casa en alquiler, porque por la mala situación por la que todos atravesamos en la actualidad, se han retrasado en los pagos que mes a mes deben hacer, bien sea porque perdieron su trabajo o porque la cancelación de sus salarios se hace en fechas posteriores a la acostumbrada.

Esto me recuerda al señor Barriga cuando cobra los arriendos (que en México se conoce como renta) y en varias ocasiones amenaza a quienes le deben varios meses, es decir a don Ramón, quien le adeuda 14 meses, posteriormente a doña Nieves abuela de don Ramón quien al llegar a cuidar de la Chilindrina su bisnieta, hereda la deuda de su nieto. Lo mismo ocurre con Jaimito el cartero quien debe también el mismo número de meses.

La frase que utiliza el señor Barriga al llegar a la vecindad, no es precisamente la de “buenos días” o “buenas tardes”, sino la de “Págueme la renta”, sin escuchar las razones que pueden tener sus inquilinos para no cumplir con su obligación, desconociendo en primer lugar que si los expulsa los condena a vivir en la calle y que lo poco que tienen solo les alcanza para comprar los alimentos con los que han de comer. Solo después de un rato, por algún suceso al interior del predio, reflexiona y termina por perdonar la deuda.

Esa misma frase de “págueme la renta”, aunque no se la pronuncie tácitamente, es la que muchos arrendatarios han sentido sobre ellos y que les ha obligado a salir de los lugares en lo que llevaban ya algún tiempo, muchos de ellos ubicados en los estrato 3 de la ciudades principales, especialmente de Bogotá, para trasladarse a los barrios periféricos donde un arriendo no supera los 200 mil pesos, pero que si los somete a sobrevivir en condiciones de hacinamiento en viviendas que en algunas ocasiones están a punto de venirse abajo.

La pregunta aquí es: ¿no se supone que íbamos a ser mejores personas?; ¿qué íbamos a ser comprensivos con la situación del otro?

Lo anterior, me hace pensar que yo tenía mucha razón en ser tan incrédulo cuando se decía que luego del aislamiento, “el corazón de cada ser humano iba a ser un inmenso tanque de amor y bondad”.

Si somos incapaces de llegar a un acuerdo que le permita a determinado inquilino cumplir con su obligación de pagar su arriendo como es debido, no me imagino cómo será con el resto de cosas que a diario suceden y que en lugar de látigo y castigo, requieren de mayor comprensión hacia el otro.

@sevillanoscar

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Julio(87145)11 de diciembre de 2020 - 03:15 a. m.
Mejores personas en esta republiqueta? Aquí la insolaridad campea señor columnista. Por algo somos uno de los países más desiguales del mundo y eso está lejos de cambiar. La ley de la selva, literal, es lo que rige nuestro pensamiento.
Atenas(06773)10 de diciembre de 2020 - 02:36 p. m.
¡Ay, Sevillano, no seas tan....iluso! ¿Cuántos meses trabajarías vos sin el pago del sueldo, y debido a la real incapacidad del empleador dadas las actuales circunstancias, y eso, pues, sin demandarlo? Quienes gustamos y preferimos producir y tener primero el con qué, al contrario de los mantenidos q' solo hurgan en el pa qué y extender la mano, claro lo tenemos y nos ratificamos en ello.
william(51538)10 de diciembre de 2020 - 01:26 p. m.
En este país se ha privilegiado de modo ostensible a dos grupos de sanguijuelas: la de los bancos y la de los rentistas. Hay que diferenciar, claro, a aquellos que tienen un apartamento o una casa para arrendar de los pulpos que son dueños de cinco, diez, veinte o más propiedades, los que ya han comprado todos los locales de un centro comercial antes de inaugurarse. Son generadores de inflación.
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