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Píldoras a la memoria de Petro

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Óscar Sevillano
11 de febrero de 2016 - 04:06 a. m.
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El exalcalde Gustavo Petro en su afán por mantenerse en la pantalla y los micrófonos ha desatado una batalla verbal y de trinos atacando sin compasión la idea que tiene el Alcalde Mayor de Bogotá Enrique Peñalosa de intervenir la Reserva Van Der Hammen, sin siquiera darle tiempo a que explique en detalle sus intenciones, para luego dar un debate serio sobre el tema.

Es lógico que Petro actúe de esa manera, “Es que bien dice el viejo y conocido refrán que, “El ladrón juzga por su condición”. Estoy seguro de que si la idea fuera suya, con toda seguridad lo haría a las patadas, sin prestarse a escuchar ideas y sugerencias, es decir con el mayor autoritarismo, como bien lo demostró en cada cosa que hizo mientras fue mandatario en la capital del país.

Lo más curioso de esta discusión, es que Gustavo Petro habla como si su administración nunca hubiese promovido ideas y proyectos que a futuro habrían podido comprometer el buen manejo del medio ambiente en la capital, y no lo digo precisamente por el cambio de modelo en la recolección de las basuras que convirtió a Bogotá durante tres días en un único botadero, sino más bien por la licencia que se otorgó a su cuñado para que construyera una urbanización en cercanías al humedal de la Conejera.

Parece que al exalcalde y sus seguidores se les olvidó que a Praga Servicios Inmobiliarios —la empresa constructora donde Juan Carlos Alcocer García, hermano de Verónica Alcocer esposa de Petro, le fueron otorgados los permisos para la construcción de un proyecto que consta de cuatro torres de cinco pisos y una de cuatro pisos, un edificio comunal, una zona de parqueo descubierto, 94 unidades de viviendas, junto a una de las reservas ambientales más importante de Bogotá.

Como era de esperarse, las protestas de los vecinos del lugar y los grupos ambientalistas en la capital no se hicieron esperar, aun así el proyecto continuó. Al respecto se pronunciaron la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría, el Concejo de Bogotá y la Personería Distrital. Con todo y eso Gustavo Petro en lugar de actuar decidió declararse impedido.

Como era de esperarse la construcción no se detuvo, por lo que vecinos y ambientalistas decidieron instalarse en el lugar protestando con justa razón oponiéndose proyecto, a quienes se les envió el Esmad para que les desalojara y no torpedearan los intereses de la familia política de quien en ese entonces era el primer mandatario de Bogotá, lo que terminó en un fuerte enfrentamiento.

Luego de tantas discusiones la firma constructora del cuñado de Petro decidió reubicar estas zonas, modificar los materiales de construcción en la zona de parqueaderos, por adoquín ecológico para permitir la permeabilidad de las aguas lluvias, y cambiar el color a los vidrios de las ventanas que están en la zona de acceso de las aves al humedal.

Con la decisión quedó demostrado que el hombre puede cohabitar con la naturaleza, sin necesidad de destruirle. Que el concepto de que la ciudad debe estar en un lugar y el paisaje en otro, está mandado a recoger, porque lo que hay que promover es el hábito a que las personas convivan con la naturaleza en un mismo entorno, sin que necesariamente tengan que pelear.

Es por esto que no entiendo como en lugar de pedir un diálogo social entre la ciudadanía y las entidades distritales que busque la consolidación de un proyecto urbanístico armónico con el medio ambiente en la Reserva Thomas Van Der Hammen, se ataque sin compasión, olvidándose que como primera autoridad en el pasado, se promovieron proyectos que pudieron causar daños en la geografía natural en la ciudad de Bogotá.

Insisto una vez más, está bien que se planteen dudas cuando la administración no sea clara en su intención de llevar a cabo algún proyecto; está bien que cuando se cometa algún error, se señalen las equivocaciones elevando propuestas que sirvan como alternativas, pero lo que no está bien es que se actúe queriendo ser una piedra en el zapato, instigando protestas, con la intención de llevar a cabo una oposición pasional, en lugar de actuar con una postura política objetiva y seria.

Esto no es lo que Bogotá necesita. Si en realidad se quiere lo mejor para la ciudad, lo que se debe hacer es promover un diálogo social con la Administración Distrital con un ánimo constructivo y no destructivo como lo están haciendo señores petristas.

@sevillanojarami

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