En mi columna de opinión anterior expresé mi punto de vista sobre el comportamiento del Estado frente a la industria del cannabis, en donde pequeños y medianos empresarios han puesto todo el empeño para sacar adelante diferentes productos elaborados con esta planta.
De inmediato fui contactado con personas que de una u otra forma están relacionadas con esta industria, quienes me llamaron la atención porque poco se habla de los aportes que hacen a la economía y en materia de empleo, pero, sobre todo, del gran esfuerzo que han realizado para sacar adelante sus emprendimientos.
Por supuesto, recibí sus comentarios al respecto y reconozco que no tuve en cuenta los aspectos positivos que tiene el emprender un negocio como estos, pero sobre todo el sostenerlo en el tiempo; que puede costar días enteros de dedicación y un gran esfuerzo económico, que claramente debe ser acompañado por todos y todas.
Me invitaron a observar lo que hasta el momento han desarrollado y, debo decir que fue muy bueno visitar los sembrados de cannabis en el municipio de Albán en Cundinamarca, donde la firma Aurora no solo tiene cultivos, sino que además produce y comercializa cosméticos, aceite y medicina natural elaborada con esta planta.
Además de lo anterior, vale la pena destacar su responsabilidad con el medio ambiente y especial cuidado del agua, recurso natural que han aprovechado al máximo, construyendo bajantes de la montaña cercana a la finca en donde tienen los sembrados, un trabajo muy bien pensado y elaborado por el ingeniero civil, Camilo Castro.
En Fusagasuga, tuve la oportunidad de conocer a dos personas propietarios de la firma Hempfull, quienes, además de sacar adelante sus productos elaborados con esta planta, apoyan a los reincorporados de la extinta guerrilla de las Farc, que se dedicaron a la siembra del cannabis con fines medicinales e industriales.
Con esta idea han apoyado la implementación del proceso de paz, otorgando la posibilidad a quienes se vinieron a la vida sin armas de encontrar el sustento económico, esta vez desde la legalidad, a partir de la siembra del cannabis, un producto natural que merece ser utilizado para bien de la humanidad.
Fue muy bueno enterarme de que esta firma viene haciendo un esfuerzo monumental por tejer una alianza con Tierra Sativa, una compañía ubicada en el Tolima, con la cual busca hacer realidad los cultivos de cáñamo en el municipio de Icononzo. Hasta el momento han producido cosméticos, medicinas y, además, apuestas en comestibles y bebidas como cerveza, malteada, café, achiras. Todo esto con el ánimo de ayudar a la región a generar un mayor número de empleos y a jalonar su economía para ingresar al mayor número de mercados de cannabis a nivel mundial.
Recibo con complacencia el llamado de atención de los pequeños y medianos empresarios del cannabis, que expresaron su molestia por mi escrito anterior, y reconozco que tenían razón en que vale la pena destacar sus logros y avances en esta materia, que por supuesto merecen ser apoyados.