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Que Uribe y Timochenko se abracen

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Óscar Sevillano
17 de diciembre de 2015 - 02:00 a. m.
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El mejor acto para que los colombianos reconozcan que en Colombia es posible vivir en paz, es que personas que sostienen una enemistad que durante mucho tiempo se ha mostrado como irreconciliable, como el expresidente Álvaro Uribe Vélez y alias Timochenko, demuestren que es posible la reconciliación nacional y se den la mano.

Hace poco la Revista Semana publicó unas fotos en las que aparecen las senadoras Viviane Morales y Claudia López y los periodistas Claudia Gurisatti y Hollman Morris, como símbolo de que las diferencias se pueden superar. Desde mi punto de vista, la intención periodística del medio pudo ser buena, pero lamentablemente no da como para hacerle ver a los colombianos que la reconciliación puede ser posible, porque por más distancia que puede haber entre estos personajes, esto no es más que una cuestión momentánea y política y que como todos sabemos, es dinámica. Ni siquiera un abrazo entre Andrés Pastrana y Ernesto Samper resultaría creíble.

La verdadera foto que puede simbolizar la reconciliación nacional, la tienen el senador Álvaro Uribe Vélez y el comandante de las Farc alias Timochenko, porque solo ellos dos, en estos momentos, representan dos fuerzas irreconciliables en Colombia. En la primera se encuentra el grupo de terratenientes, ganaderos y personas que opinan que esto solo se soluciona con fusiles y bombardeos aéreos y en la segunda se encuentran quienes le apuestan a un régimen igualitario, que garantice el pleno disfrute de los derechos que a todo ser humano le corresponde por naturaleza.

Son estas dos maneras de pensar las que necesitan reconciliarse y encontrar un punto medio que les permita admitir que las diferencias se pueden superar, sin necesidad de causar males en un país que tiene todas las condiciones para ser el más próspero de Suramérica, pero que por la confrontación armada que ha tenido que padecer por más de cincuenta años, hoy tiene una enorme deuda social y quienes pueden representar ese reencuentro, son nada más y nada menos que Uribe y Timochenko.

Ni Uribe, ni mucho menos Timochenko, pueden acusarse el uno al otro, porque finalmente ninguno de los dos tiene autoridad moral para hacerlo. El primero porque sobre el pesan señalamientos por haberse rodeado durante sus períodos como Gobernador de Antioquia y Presidente de la República, de personajes que hacían parte del paramilitarismo y el narcotráfico en Colombia y el segundo por ser el máximo comandante de un grupo armado ilegal que ha hecho males por montón en todo el territorio nacional, cometiendo violaciones a los Derechos Humanos y Crímenes de Lesa Humanidad.

Si en realidad estos dos personajes quieren y desean un mejor mañana para el país, deberían parar la confrontación verbal, que en un país como el nuestro hace más daño que la física y que necesita y requiere que nuestros dirigentes demuestren un poco de cordura y buen manejo en las relaciones políticas, por más diferencias que existan entre el uno y el otro.

De nada le sirve a Colombia firmar la paz si Timochenko se dedica a agredir verbalmente a quienes no comparte su manera de pensar. De nada le sirve tampoco a Álvaro Uribe continuar con sus constantes hostigamientos a quienes se vienen a la vida sin armas, mucho menos ahora que los colombianos en los distintos territorios han comprobado, que es mucho mejor vivir sin el constante miedo que les genera la guerra. Otra cosa es que el expresidente pida a la guerrilla cuando se desmovilice, cumplirle a la paz, eso es ejercer un papel político responsable y serio con el país.

Lo mejor que pueden hacer tanto Timochenko como Uribe, es tomarse una foto y darse un abrazo. De esta forma los colombianos en su totalidad, le podrán creer al máximo de las Farc, su disposición para la paz y a Uribe lo podrán seguir eligiendo como el “Gran Colombiano”, que está dispuesto a ceder en su posición política y personal, con tal de que el país gane, porque hasta el momento solo se ha hecho ver como una persona aficionada a la guerra y a los muertos y no creo que eso pueda ser algo para admirar y aplaudir.

Cambiando de tema. ¿Será posible que el Fiscal General de la Nación deje de desafiar al país entero utilizando a Natalia Springer? ¿Será posible que Natalia Springer deje de prestarse a ese juego?.
 

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