Es imposible insinuar o asegurar que el sistema de Transmilenio fue lo mejor que pudo hacerse en Bogotá. Mas no por eso se puede desconocer que fue una solución que ayudó a mejorar la movilidad en la capital del país.
Tampoco se puede decir que, por ser una solución que en su momento ayudó a aliviar los males que existían en la movilidad del transporte público en Bogotá, no se pueda apostarle a otro tipo de sistema, como un metro y un tren de cercanías, este último para conectar a la ciudad con los municipios vecinos.
Mucho menos se puede desconocer la molestia de los bogotanos por los males que actualmente padece Transmilenio, que debe soportar el peso de ser el único transporte masivo en la ciudad, que moviliza a la mayor parte de los ciudadanos a través de dos troncales, que de no ser por la interrupción que se hizo durante las dos últimas administraciones en la proyección que este tenía hoy tendría muchas más vías por donde circular y con toda seguridad trasladarse de un lugar a otro no sería tan incómodo como lo es en la actualidad.
Los problemas de Transmilenio comenzaron el día en que las dos últimas administraciones llegaron con agendas individuales, pensadas en demostrar que eran muchísimo mejores y sacando a la ciudad capital de los avances del momento, la hicieron retroceder, abandonando el sistema, al punto en que hoy luce sucio, saturado y con estaciones y portales deteriorados. Esto hace que el pesimismo de los ciudadanos crezca en el día a día, sin posibilidades de que en el corto plazo su imagen pueda mejorar.
No dudo que la administración de Enrique Peñalosa tenga diseñados los planes de mejoramiento al sistema, el problema es que por lo deteriorado que está no serán palpables en el corto plazo como a muchos bogotanos nos gustaría, por esto lo mejor por el momento es que los ciudadanos contribuyamos con la causa.
El que Transmilenio funcione de manera adecuada depende no solo de los proyectos de inversión que realice la Administración Distrital, también es responsabilidad de la ciudadanía, quienes debemos adoptar patrones de buen comportamiento, educación y cultura en su interior.
Somos los ciudadanos del común quienes hacemos uso del sistema. Por lo tanto no está bien que continuemos despreciándole y haciéndole pagar los platos rotos de cuanta inconformidad existe en el país y que se manifiestan en cada marcha, donde se destruyen las estaciones.
Tampoco es lógico, ni coherente, que existan molestias por las evidentes fallas que hoy presenta el sistema y se haga oposición cada vez que se anuncien inversiones para mejorar su infraestructura. Hoy vemos que se invita a marchas y plantones para protestar por la idea de darle vía libre a la construcción de la troncal de la carrera Séptima. Lo curioso de este asunto es que quienes incitan a las manifestaciones son políticos de oposición que no hacen uso del sistema, los mismos que solo se suben a él cuando están en campaña política.
La idea de desempolvar el proyecto del Transmilenio por la carrera Séptima, diseñado en la administración de Luis Eduardo Garzón, pero abandonado por Samuel Moreno, Clara López y Gustavo Petro, quienes no hicieron nada pero tampoco dejaron de hacer, es en primer lugar descongestionar los buses rojos de la avenida Caracas entre la calle 26 y la calle 72, y evitar que a futuro esta vía siga colapsando por la compra de vehículo particular.
Esto en ningún momento se hace por capricho de Enrique Peñalosa, sino como una de las tantas medidas que es necesario tomar para mejorar el sistema y, repito, los ciudadanos debemos colaborar en su recuperación, mientras se construye el metro y el tren de cercanías. La responsabilidad no es únicamente del alcalde mayor, bogotanos y bogotanas que hacemos uso del sistema debemos poner de nuestra parte para que el Transmilenio vuelva a ser orgullo de la capital de la República.
Los planes de metro y tren de cercanías son proyectos que están rodando y se van a ejecutar, pero hoy por hoy la única realidad de transporte masivo que tiene la capital es Transmilenio y los ciudadanos debemos también colaborar para que este funcione adecuadamente.
Mi invitación es a que, en lugar de hacer parte de protestas contra Transmilenio, encabezadas por concejales o candidatos que no hacen uso de este, se le rodee y se acuda al llamado ciudadano, lejos de cualquier intención política, para que todos los bogotanos cuidemos de él y se le recupere.