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Como nunca en la historia del país se han vivido dos semanas como las dos recientes, donde Colombia se queda sin la posibilidad de que cierre un conflicto con el grupo armado ilegal más grande que existe en el momento en nuestro territorio y un Nobel que a título personal, obtiene el primer mandatario.
Sin querer queriendo la mayoría de votantes que participaron en el plebiscito le dieron la posibilidad a Juan Manuel Santos de ocupar un lugar en la historia de la humanidad, sin obtener nada a cambio. Muy bien hecho el negocio, felicitaciones.
No sé si con la intención de pasarles la cuenta de cobro a las Farc por todo el daño causado, quienes se manifestaron con la opción del No en el plebiscito, no pensaron que a quien le estaban haciendo el mal es a Colombia, es decir a ellos mismos.
Dejándose llevar por la emoción negativa que sembraron algunas personas que con marca política difundieron la idea de que al país se lo iba a tomar el “castrochavismo”, sumado a otras que con la rabia en el corazón se manifestaron en contra de los acuerdos de paz, no cayeron en cuenta de la incertidumbre en que caería la nación, si se le negaba la posibilidad de cerrar el capítulo de violencia que durante más de 50 años nos ha hecho ver como un territorio riesgoso para el continente americano.
Tampoco se pensó que por pasarle la cuenta de cobro a Juan Manuel Santos por los errores de Gobierno que se han cometido durante todo su mandato, al final se le estaría haciendo un favor. Ahora el primer mandatario, ha engrosado la lista de personajes más importantes del mundo entero, mientras el resto de colombianos, seguiremos siendo unas personas que nacieron en un país tercermundista que se niega a sí mismo la posibilidad de salir adelante. ¡Genial!.
Cuándo será en que llegará el día en que los colombianos dejemos ese pensamiento cortoplacista que tanto nos caracteriza y pensemos en un país con visión de futuro. De seguir así, pensando únicamente en que los fusiles nos pueden resolver la vida, vamos a terminar de convertir a nuestro territorio en un cementerio.
Cuándo llegará el momento en que los colombianos dejemos de solucionar las cosas bajo el lema del “ojo por ojo y diente por diente” y pensemos en la manera de arreglar las diferencias por la vía del diálogo.
Al igual que muchos colombianos, yo también quisiera ver las tras las rejas a los guerrilleros de las Farc que tanto daño han causado en Colombia, pero de algo soy consciente y es que en este país, lo mejor que le puede pasar a un delincuente es estar en la cárcel, porque desde allá puede continuar con su vida delictiva por interpuesta persona, con la tranquilidad de que nada peor le puede ocurrir.
La única vía para solucionar el conflicto armado en Colombia, es un diálogo que permita establecer acuerdos con quienes se oponen a la manera en cómo ha sido manejado este país. Eso es de puro sentido común, y si lo entiende la gente que ha vivido los horrores de la guerra en los territorios alejados, no es lógico que quienes han podido llevar una vida cómoda en las ciudades del centro del país, no lo comprendan y si en cambio le nieguen esa posibilidad a miles de campesinos.
En esta situación que vive el país también hay otro culpable y es Juan Manuel Santos, porque es claro que él tenía el mandato y la facultad para dar la implementación a los acuerdos de paz, sin embargo, no quiso escuchar a quienes le aconsejaban no realizar el plebiscito porque corría el riesgo de perderlo, no porque exista una mayoría uribista que se le iba a oponer, sino porque los colombianos odian a las Farc. Esa es una realidad que nadie puede negar.
Pues bien señores, las cosas están así, Juan Manuel Santos se quedó con el nobel y Colombia se quedó sin la paz.
