Sí el próximo 2 de octubre llegase a ganar el Sí en el plebiscito que busca refrendar los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc, Colombia no se va a convertir en un paraíso terrenal al día siguiente.
Pero con la aprobación de lo pactado, muchos colombianos en el campo y en municipios donde se vive el conflicto armado con mayor intensidad, podrán vivir tranquilos, con la esperanza de hacer de sus territorios una mayor esperanza de vida.
Es justamente esa esperanza de vida la que puede estar motivando al 74.3% de los colombianos encuestados por la firma Datexco para su más reciente encuesta, a votar el próximo 2 de octubre en favor del ‘Sí’, opción que garantiza la terminación de las Farc como grupo armado, hecho que parece entender este porcentaje de la población. Lastimosamente no todos los colombianos lo comprenden, uno de esos, el expresidente Álvaro Uribe.
El hoy senador Uribe Vélez, se empeña en promover la opción contraria, no se si con la intención de promover la opción que les permite a las Farc, seguir ejecutando actividades ilícitas, sabotear el orden público en municipios y veredas y destruir de paso las pocas esperanzas de vida que tienen las personas que habitan en estos territorios.
Me gustaría entender el motivo que puede tener Álvaro Uribe Vélez para querer mantener en armas a la guerrilla de las Farc, desgastando a las Fuerzas Militares en una persecución sin fin, obligando al Estado a invertir miles de millones de pesos en una confrontación armada que entró en un laberinto sin salida, donde no van existir ni vencidos, ni vencedores, porque en la medida en que se va dando de baja a un subversivo raso o a un comandante de mayor rango, llega otro y lo reemplaza.
Sucedió cuando falleció Manuel Marulanda por muerte natural, quien fue reemplazado por alias “Alfonso Cano”; sucedió también cuando los militares dieron de baja a este último, quien inmediatamente fue reemplazado por “Timochenko” y el mismo hecho se va a seguir repitiendo tantas veces se presente un combate en donde queden bajas en la guerrilla. La pregunta es, ¿vamos a seguir en este círculo vicioso por darle gusto al expresidente?
Estos recursos que se invierten en la guerra, que no son pocos, desde tiempo atrás vienen siendo reclamados por gran parte de la sociedad para una educación de calidad; mayor productividad agraria y superación de la pobreza, sin embargo a Uribe parece no importarle este clamor y pretende seducir a esos colombianos que piden a gritos estos miles de millones para que el Estado les ayude a mejorar sus condiciones de vida, para que votando No, impidan el cambio que este país necesita.
Si llegase a ganar el No, lo pactado en la Habana se caería de manera instantánea y si existe voluntad de las partes para renegociar, tendrían que iniciar de cero y Colombia se vería obligada a continuar quien sabe cuántos años más, con las Farc como grupo armado ilegal. ¿Estaremos dispuestos a soportar esta situación los colombianos en el campo y municipios donde se vive el conflicto con mayor intensidad?
¿Vamos a darle gusto a Álvaro Uribe Vélez en su capricho personal de mantener la confrontación armada, para que el pueda mantenerse vivo políticamente, lo mismo que a sus congresistas que hoy ocupan una curul con votos prestados? Nos hemos puesto a pensar cuánto nos cuesta sostenerle al expresidente las sillas que hoy ocupan tanto él cómo sus senadores y representantes, para que sigan pronunciando un discurso en el Congreso de la República que en el fondo lo que busca es que se presenten más colombianos muertos en la guerra, desplazados por la violencia, mujeres agredidas sexualmente, niños reclutados a la fuerza y colombianos del común y soldados victimas de minas antipersonas.
Puede ser que a Uribe, Paloma Valencia o a María Fernanda Cabal les importe cinco este “No futuro” que nos proponen, al final de cuenta ellos viven del Estado, con guardaespaldas y carros blindados, pero quienes debemos enfrentarnos a vivir en el día a día en medio de una Colombia en guerra, no podemos pensar siquiera en la posibilidad de continuar con esta situación.
Es por esto que quisiera preguntar si los colombianos le vamos a dar gusto a Álvaro Uribe Vélez y vamos a permitir que ese “No futuro” que propone se convierta en realidad.
Cambiando de tema, no creo que Timochenko sea el político más importante del siglo XXI en Colombia, como asegura Andrés Pastrana, pero de lo que sí puedo estar seguro es que -a futuro- el líder de las Farc puede hacer planteamientos y aportes al país más útiles que los que hoy hace el expresidente conservador.