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Qué lástima que el presidente de la República no haya entendido a tiempo la importancia que tenía para nuestro país permitirle a la empresa privada adquirir vacunas contra el COVID-19. De haberse dado antes esta posibilidad, los efectos de la tercera ola del virus no se estarían sintiendo con la misma fuerza e intensidad.
Nunca se podrá entender la razón para oponerse a tal fin, cuando era claro que el sector público en solitario no lograría inmunizar a más de 35 millones de personas en el país en el mediano plazo y que al ritmo del Estado el ganador sería el COVID-19. Si a esto le agregamos la paquidérmica velocidad con la que trabajan Duque y su equipo de gobierno, es como para sentarse a llorar.
Me tendrá que perdonar el señor presidente, pero buscar aplausos porque se ha vacunado a aproximadamente a unos tres millones de ciudadanos, en un país de más de 35 millones personas, es ser muy pretencioso.
La idea de avanzar en la vacunación era evitar una situación como la que vive el país con la llegada de la tercera ola, pero, como era de esperarse, no fue posible. Además de tener que sobrevivir a una pandemia, en Colombia estamos obligados a padecer un Gobierno que todo lo aplaza, que no decide a tiempo y que les ha dejado a los mandatarios locales los problemas generados por el COVID-19 para que ellos pongan el pecho, mientras el presidente les pone la cara a las cámaras y posa en un programa de televisión que solo ha servido para aumentar su vanidad personal.
Si se hubiese dejado al sector privado actuar desde un comienzo, hoy no estaríamos ante una crisis por la falta de vacunas —que ha obligado a cancelar citas para la aplicación de la segunda dosis— y con toda seguridad los resultados serían más favorables para un Gobierno que no da pie con bola.
No entiendo por qué no siguieron el ejemplo de países como Sudáfrica, Alemania, Brasil, Chile, México y hasta Venezuela, en donde la empresa privada participa de la vacunación. ¿A qué tanto le temían para no permitirlo a tiempo? ¿Que se le restara el crédito a Duque, acaso?
Ojalá esta falta de visión del presidente no termine por permitir que la inmunización se mezcle con la campaña política, porque no faltará el candidato o la candidata que termine negociando vacunas por votos.
Debo, eso sí, felicitar a los alcaldes y gobernadores, que son quienes han enfrentado la enfermedad en ciudades y departamentos y conocen la realidad de esta, poniéndole la cara a la ciudadanía y buscando las soluciones necesarias para que las UCI no colapsen, mientras nuestro presidente se dedica a elaborar los libretos que recita en su programa de televisión.
A propósito de campaña política, ruego a Dios para que en la próxima segunda vuelta presidencial no nos toque a los colombianos escoger una vez más entre un inexperto con buena suerte y un exalcalde que no sabe gobernar.
