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Nadie que viva en Bogotá puede negar que los andenes que en la ciudad se recuperaron para que los ciudadanos pudieran transitar con tranquilidad, hoy fueron tomados nuevamente por vendedores ambulantes, quienes al retirarse los dejan con montones de basuras.
A diferencia de lo vivido en la capital durante la década del 80 y parte de los años 90, hoy no utilizan casetas amarillas incrustadas en los andenes. Hoy la mayoría de vendedores ambulantes prefieren usar carretillas de cuatro ruedas, con las que pueden emprender la huida por si la Policía amenaza su actividad comercial.
También existen otros que prefieren solicitar el permiso no solo de la autoridad local, sino además del dueño del establecimiento del lugar donde se ha de ubicar, pagando incluso una vacuna al dueño de la esquina, para que no solo le permita colocar su venta sobre el andén, sino que junto a eso, le libre de los dueños de lo ajeno que merodean el lugar. Estos últimos se inclinan por instalar una caseta improvisada con paredes de plástico, donde en ocasiones suelen pasar la noche para evitar que algún colega suyo, les despoje del lugar.
Es así como los transeúntes deben esquivar a indígenas ecuatorianos que ofrecen productos en lana, ventas de arepas y chorizos, juguetes, ropa, calzado, frutas, bebidas, dulces, empanadas, etc.
De esta manera quienes deben caminar por los andenes de las localidades de Kennedy, Bosa, Chapinero, el sector de San Victorino, Ricaurte, Fontibón, Suba, Usme y Ciudad Bolívar, deben soportar el tumulto que se forma en el estrecho paso que queda entre el establecimiento legalmente constituido y las ventas ambulantes, situación de caos que es aprovechada por los dueños de lo ajeno para ejercer el robo de carteras y celulares en Bogotá.
Al desorden ciudadano que se forma en los andenes de los sectores comerciales de Bogotá, por la presencia de ventas ambulantes, se suman las basuras que estos señores suelen dejar cuando en las noches, se retiran del lugar y guardan sus ventas en alguna bodega cercana.
De nada sirve que las empresas recolectoras de basuras hagan el más grande esfuerzo por dejar los andenes y calles limpias, si en el momento en que los centenares de vendedores ambulantes que hoy invaden este lugar, que se hizo para que el ciudadano de a pie caminara libremente, al llegar lo llenan nuevamente de desperdicios.
Vale la pena preguntarse entonces, donde están los resultados de los trabajos preventivos que debieron tomarse desde el Instituto para la Economía Social –IPES, la Secretaría Distrital de Integración Social, la Secretaría de Medio Ambiente y la Defensoría del Espacio Público de Bogotá, para que este caos ciudadano no llegara a estas dimensiones. ¿Es posible que por ser una administración humana quien gobierne, se permita estos niveles de suciedad y descuido?
Una cosa es la facilitación para que personas de escasos recursos busquen el sustento diario a través del comercio y otra es dejar que el desorden y la mugre se tomen la ciudad.
Pequeño problema que le heredan a Peñalosa las tres últimas administraciones en Bogotá, que permitieron que esto creciera año tras año. Me refiero a la “Bogotá sin Indiferencia” (Lucho Garzón); “Bogotá Positiva” (Samuel Moreno y Clara López); “Bogotá Humana” (Gustavo Petro), que gracias a Dios terminan ya, porque a este paso de seguir así, en un futuro no muy lejano, Bogotá podría ser declarada nuevamente en emergencia sanitaria por la cantidad de basuras en calles y andenes.
La invasión al espacio público por vendedores ambulantes no se limita únicamente a no poder caminar tranquilamente, porque esta situación no solo genera problemas de inseguridad, sino también caos ambiental por la inconciencia y falta de compromiso de quienes ejercen esta actividad para no volver este lugar, pequeños botaderos de basura, que hoy tenemos en Bogotá por la incapacidad e inoperancia de las administraciones de izquierda que gobernaron a Bogotá durante estos últimos años y que gracias a Dios, terminan ya.
Cambiando de tema, Alcalde Peñalosa no permita que el apetito burocrático que está demostrando Cambio Radical se tome a Bogotá.
