Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Con el inicio del año 2022, llega también la campaña electoral para escoger el nuevo Congreso y un nuevo presidente. Un momento en el que se puede configurar un cambio, a lo mejor no radical, pero cambio en fin de cuentas.
En primer lugar, lo que parece muy claro es que el papel del Centro Democrático podría verse en la oposición o en la independencia, pero ya no como gobierno y mucho menos como partido de gobierno en el legislativo, porque la gestión de Iván Duque como primer mandatario no merece tener continuidad, y resulta muy difícil que sea precisamente él, quien coloque sucesor.
También le será muy difícil al partido uribista mantener el mismo número de senadores sin la presencia de Álvaro Uribe en la lista. Para nadie es un secreto que ninguno de sus congresistas en la cámara alta tiene votos propios, y que su presencia en el legislativo se debe al arrastre que en dos ocasiones les dio el expresidente.
Me genera además muchas dudas el papel que puede jugar la presencia de Miguel Uribe Turbay como cabeza de lista del Centro Democrático, porque la coincidencia de su apellido con el del exmandatario no es prenda de garantía para que exista una alta votación por el partido. Puede que él obtenga su curul, pero que garantice las del resto… no lo creo.
Por otro lado, no tengo dudas de los resultados que puede obtener el Pacto Histórico, pero estoy seguro de que le habría ido mejor con Francia Márquez como cabeza de lista al Senado, claro está, si ella hubiese dejado la necedad que tanto la caracteriza. Ahora, no sé qué tan bueno sea para esta fuerza unirse con un evangélico y con una persona que tiene cuestionamientos a cuestas como Luis Pérez. Se supone que una de sus luchas es precisamente la del “No todo vale”.
Sin embargo, a pesar de los interrogantes que pueden existir sobre la manera en la que el Pacto Histórico conformó sus listas, y respecto a la presencia en su interior de personajes que no son precisamente de izquierda, como Roy Barreras y Armando Benedetti, no hay duda de que puede lograr un buen número de curules tanto en Senado como en Cámara.
En cuanto a la Coalición Centro Esperanza, debo lamentar que la guerra de sus egos no haya permitido un temprano acuerdo que les habría evitado el desgaste que sufrieron tratando de conciliar. Tuvieron que llegar a él presionados por el tiempo y la opinión pública, mas no porque estuvieran convencidos. Si en algo se han caracterizado los integrantes de esta alianza, es en la desconfianza mutua que se han demostrado el uno al otro.
Tenemos, además, al llamado Equipo Colombia. Lo primero que deben hacer es conocer el país y hacerse conocer por el país, porque dudo que en los municipios de Tumaco (Nariño), Puerto Asís (Putumayo), Cereté (Córdoba), Villanueva (La Guajira) o La Guadalupe (Guainía), tengan claro quién es Enrique Peñalosa, David Barguil o Juan Carlos Echeverry, por ejemplo.
Tampoco nos podemos olvidar del Partido Liberal, del cual se esperó mucho más durante este período. Al menos en lo que tiene que ver con la defensa de la paz, pues fue un tema por el que se la jugó durante el gobierno de Juan Manuel Santos, pero que le pasó por enfrente durante el gobierno de Iván Duque sin que hiciera algo en su favor o evitara que su legado se hiciera trizas. Le dejaron este papel a la izquierda y a la Alianza Verde, quienes no lo desaprovecharon.
Por cuenta de la poca relevancia que tuvo el oficialismo liberal durante los últimos cuatro años, el número de curules puede verse reducidas. Las que logre mantener serán por temas de maquinaria política y porque pertenecen a caciques electorales que de una u otra forma se mantienen.
En cuanto a la campaña presidencial, debo decir que lo único claro por el momento, es la presencia de Gustavo Petro en la segunda vuelta porque, por ahora, no hay otro candidato que la tenga garantizada. Ello obligará a los demás a no descansar por estos días y a trabajar arduamente, sin pensar en la idea de ir a observar ballenas.
Cambiando de tema: Un nuevo show político parece estar de moda: renunciar al partido político para que luego este salga a decir que no acepta la renuncia. A los protagonistas, Edward Rodríguez y Angélica Lozano, les pido una cosa: sean serios, caray. Esa escena pocos la creyeron.
