Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El presidente Petro no tuvo un buen 20 de julio. Empezó llegando más de dos horas tarde al tradicional desfile de las fuerzas militares y de policía con el que no solo se conmemora el grito de la independencia, sino que se honra a esas instituciones y se les agradece su sacrificio por brindar tranquilidad y protección a los colombianos. Petro llegó mal vestido y se fue antes de que terminara el desfile.
Otra muestra más de irrespeto, desinterés por la cosa pública, desprecio por las formas, agravio, malquerencia respecto a la fuerza pública y provocación al pueblo, sensible frente a esa forma déspota de gobernar y tratar a la gente a la que el país le reconoce sus sacrificios.
Posteriormente, ya mucho más cumplido, Petro se dirigió al Congreso para dar inicio formal a la legislatura 2024–2025, con seguridad la última en la que algo de maniobrabilidad pueda llegar a tener en este cuatrienio en donde la agenda legislativa ha estado más tiempo hundida que a flote.
Más allá del mundo de inexactitudes, falacias, comparaciones absurdas y sofismas, el discurso de Petro muestra que el presidente sigue viviendo en un mundo diferente al que vivimos los demás mortales. Tan alejado de la realidad está el presidente que terminó poniendo la frase del día. Dijo, sin ni siquiera sonrojarse, que “el Gobierno ha sido eficiente”. De inmediato, muchos congresistas y demás asistentes soltaron la carcajada —no era para menos—, al tiempo que algunos ministros somnolientos que se arrullaban con el discurso del mesías tuvieron se despertaron abruptamente.
Petro dice cosas que uno no sabe por qué las dice y muchas veces lo hace de forma calculada para generar irritación colectiva. Sin embargo, lo de “el Gobierno ha sido eficiente” no fue una de ellas, pues a Petro le salió del alma. No lo dijo en autocrítica ni sarcásticamente, sino convencido, lo cual es aún más preocupante. Todos hubiéramos quedado tranquilos si Petro se hubiera reído también.
El asunto de fondo es saber en qué ha sido eficiente el gobierno, pues la inmensa mayoría de los colombianos estamos convencidos de que Petro no ha sido un buen gobernante, que ha pasado con mucha pena y poca gloria por la Casa de Nariño y que su gobierno es de discursos llenos de sueños irrealizables y poca acción, de mucha pereza. Antes de decir que “el Gobierno ha sido eficiente” debería remitirse a sus propias palabras que denotan lo contrario. Hace pocos días, durante la instalación del primer Encuentro de Economía Popular y Solidaria, Petro increpó in genere a sus ministros diciéndoles que “no aguantan, den un paso al costado”. En agosto de 2023, Petro los regañó y pidió renuncias a directores de entidades por la exigua ejecución presupuestal; en febrero de este año 2024, procedió de la misma manera regañando a los ministros al tiempo que renunciaba el entonces director de Planeación Jorge Iván González. Adicionalmente, el presidente ha sostenido que el bajo ritmo del gobierno se ha debido a la inexperiencia en el arte de gobernar de él y su equipo.
De otra parte, el presidente ha batido todas las marcas habidas y por haber en la remoción y designación de ministros, viceministros, superintendentes, directores de entidades y, en muchos casos, sus mejores funcionarios fueron solo flor de un día, yéndose despavoridos del “Gobierno del Cambio” ante la falta de gobernabilidad, la improvisación y la imposibilidad de pensar diferente o disentir.
Por esto la carcajada del Congreso en pleno, pues el cuento de que “el Gobierno ha sido eficiente” no es pasable ni con “mermelada”. Finalmente, donde el gobierno sí ha mostrado eficiencia es en materia de corrupción: se roban hasta la alcantarilla y vuelven por el hueco. Pero obvio, esto amerita ya un tratado y no una columna.
