Al cumplirse 10 meses desde que Petro se posesionó como presidente de la República, que para muchos colombianos han sido como cinco minutos, pero debajo del agua, el presidente enfrenta el peor momento de su hasta ahora pésimo mandato.
El escándalo que le costó la salida del Gobierno a la estrella estrellada Laura Saravia, jefa de gabinete, y al caricaturesco Armando Benedetti, embajador en Venezuela, se proyecta como uno de los peores episodios de la reciente historia política nacional. A esto se suma el desplome de la favorabilidad de Petro, quien hoy está marcando en las encuestas entre el 26 y 30 %, sin que aún se haya medido el impacto del escandalo ya mencionado, que se proyecta como un misil que acabará con la poca imagen que hoy el presidente tiene entre sus mal gobernados ciudadanos.
Volviendo al escándalo que protagonizan Laura Sarabia y Armando Benedetti, y que día a día salpica más al presidente Petro, es imperioso indicar que, además de grotesco, de mal gusto, de pésimas maneras y de reprochable, sus dimensiones son aún inciertas, pues ni la opinión pública ni las autoridades han logrado advertir qué es todo lo que hay detrás. Al parecer estamos en las primeras de cambio, en etapa preliminar o en pañales. Es la puntica del iceberg, y lo más grave estaría por venir, por increíble que parezca.
Petro es culpable de muchas cosas, pero sobre todo de lo que ocurrió en la campaña. Allá llegaron personajes camaleónicos de talla prehistórica. No solo Armando Benedetti, sino también Roy Barreras y Mauricio Lizcano, quienes se han arrodillado a todos los poderes y partidos a lo largo y ancho de sus vidas políticas, pues su ideología es disfrutar del poder de turno y de lo que se mueve en el mundo de la corrupción a través de la política. Alguno de ellos haría caer al gobierno de Petro en el desprestigio, pues no solo se encontraban más maduritos, toreados y curtidos, sino que nunca como ahora habían logrado abrazar tanto poder presidencial, pues jamás un mandatario les había dado tanto juego.
Sigue a El Espectador en WhatsAppLo ocurrido es una manifestación más del circo en el que Petro ha convertido al Gobierno Nacional, y es una expresión de los pintorescos personajes que trabajan en él. Solo en el mundo de las excentricidades, la improvisación y la chabacanería que Petro ha liderado podría fraguarse una trama tan extraña que involucre a tan altos funcionarios en un escándalo tan variopinto de irregularidades, indelicadezas, bajezas e ilegalidades.
Si se analiza con detenimiento este escándalo, que hasta ahora es tenebroso, pero que apenas empieza, hay de todo: interceptaciones y grabaciones telefónicas ilegales, retenciones arbitrarias, interrogatorios y pruebas de polígrafo abusivas en los sótanos de las instalaciones presidenciales, millones de pesos en una maleta, una niñera acusada de robárselos, acusaciones de manejos de cantidades enormes de efectivo en la casa de la jefa de gabinete, personas infiltradas, falsedades en documentos públicos, publicación desleal de conversaciones privadas, amenazas extorsivas de revelar información sobre actos públicos y privados del presidente, su gobierno y la financiación de su campaña, sospecha de torcidos y coimas de negocios en Venezuela, favorecimiento a empresarios cercanos al embajador, abuso de poder y hasta vuelos chárter para la niñera y Benedetti, para solo citar algunas de las escenas que hacen de esta película un clásico crispetero en el que algo explota segundo a segundo.
El desgobierno de Petro está herido de muerte y seguramente de esto no se reponga, el mandatario tiene que entender que la buena imagen es un activo al que cada escándalo le quita una parte hasta dejarlo en saldo en rojo. Ya son muchos los escándalos y las malas decisiones, al gobierno Petro se le están acabando los ahorros y es posible que le esté llegando el día de no retorno, que es cuando la cuenta le marque un saldo en rojo.