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Inentendible

Pablo Felipe Robledo
06 de julio de 2022 - 05:30 a. m.

No es necesario hacer historia patria con la vida de Petro y la forma como ha construido su camino en la política para decir lo que quiero en esta columna, que no es nada diferente a que me resulta francamente inentendible que la inmensa mayoría de los partidos políticos y la clase dirigente se hayan declarado, en estas pocas semanas, de gobierno, renunciando incluso a la condición de independientes y, mucho más extraño aún, declinando ser oposición, que a la postre es una de las puertas de acceso a la sucesión presidencial, en caso de que no se cumpla el terrible sueño de Petro de perpetuarse en el poder.

Hace cuatro años, cuando Petro perdió las elecciones, desde el mismo discurso en que reconoció su derrota y felicitó a Duque, inició la más dura oposición política de la que tengamos memoria los colombianos en las últimas décadas. Petro, insisto, ejecutó un plan tan destructor como macabro que, haciendo honor a su pasado, implicó la combinación de todas las formas de lucha, en este caso para hacer oposición política.

La calumnia, la injuria, las mentiras, los embustes, las verdades a medias, las falacias, las exageraciones, los ataques personales injustificados contra opositores, la aniquilación moral de los adversarios, el bloqueo de las ciudades, la destrucción de bienes públicos y privados con la militancia de la Primera Línea, todo ello, aunado a cuanta barbaridad se pueda uno imaginar, fue usado por Petro para socavar al Gobierno, que en manos de un inexperto aprendiz como Duque también ayudó a la oposición del senador.

Es incomprensible que precisamente durante un gobierno liderado por Petro desaparezca la oposición política en Colombia o que quede reducida a su mínimo esplendor.

No ha habido en los últimos años un político que haya prometido tantas locuras y dicho tantas pendejadas irrealizables como Petro. Pero es precisamente a él a quien nadie le va a hacer oposición en este país. De verdad no lo entiendo.

Los colombianos parecen haber olvidado que en una democracia unos gobiernan y otros hacen oposición. De eso se trata. Se les olvidó que tanto el gobierno como una buena y seria oposición contribuyen eficazmente a la construcción de país. Tan importante es gobernar como vital es hacer oposición.

Nada más peligroso que un gobierno de Petro. Nada más peligroso en una democracia que la inexistencia de oposición. Si suman estas dos afirmaciones, la conclusión no puede ser otra que estar jugando con candela.

La oposición debe ser un muro de contención frente a las iniciativas destructivas e inconvenientes de un gobernante, llámese como se llame, y un escenario de convergencia nacional frente a lo que claramente podría pensarse como positivo para el país.

No es oposición ciega e intransigente. La oposición a Petro debe ser como él nunca la ejerció. Decente, reflexiva y constructiva.

Veo con preocupación que a mucha gente le está pareciendo vergonzante decir que ejercerá oposición. Esa actitud, además de solapada y conformista, es la cuota inicial para que Petro logre materializar algunas de sus más inconvenientes promesas de campaña, y esa es precisamente la razón por la cual busca generar la idea de una unidad nacional a su alrededor. Todos con el rey.

Por mi parte, estoy en la oposición y seguiré en ella.

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