El país se está descuadernando y el presidente, las fuerzas militares y de policía hacen como si no pasara nada, como si no fuera con ellos. En efecto, en los últimos días se ha “reavivado” la problemática de la posesión de tierras en Colombia con múltiples invasiones a lo largo del territorio nacional, sin que, hasta la fecha, exista una respuesta efectiva y contundente por parte de las autoridades responsables de proteger la vida, honra y bienes de todos los colombianos.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
El asunto es verdaderamente grave en varias regiones. Diferentes grupos intentan tomar por la fuerza tierras que no les pertenecen, motivados, en gran parte, por los mezquinos discursos de odio prohijados en la campaña presidencial de Petro en los que afirmaba su velada expropiación (democratización) de la propiedad privada.
Es sumamente grave que se repitan imágenes de grupos armados propios del fenómeno paramilitar que tristemente se presentó en Colombia, mediante la conformación de grupos de autodefensas justificados en la ausencia estatal, pero que terminaron cometiendo los peores crímenes bajo la mirada complaciente de muchos. De seguir así, seguro volveremos a las épocas de las “Convivir”, en las que armarse hasta los dientes era, supuestamente, la manera “justificada” de solucionar la ausencia de una respuesta eficaz del del Estado. ¡Qué paradoja! Petro, que tanto criticó la conformación de grupos paramilitares ―que todos aborrecimos y aborreceremos―, ha abonado el camino para que el discurso paramilitar vuelva a tomar fuerza, pues, se insiste, alentó a que las personas tomaran posesión de predios y tierras que no les pertenecen.
Las falsas promesas mesiánicas de Petro crearon la errada expectativa en algunas personas, históricamente olvidadas, que las tierras “robadas” por los oligarcas serían redistribuidas entre todos, y es por ese motivo falaz y populista, que se han presenciado tomas ilegales de tierras como nunca en los últimos años, demostrándose así la incompetencia del gobierno de Petro que ahora empieza, el cambio y cómo es que viviremos “sabroso” en un baile que pinta mal.
Frente a esta difícil situación de orden público, el gobierno de Petro debe frenar su complicidad. El gobierno no puede permitir que se propague todo este desorden y violencia, pues las familias y la propiedad merecen ser protegidas. Sin embargo, la posición del gobierno parece ser consecuente con sus promesas de campaña, donde se decía que iban a democratizar la tierra en Colombia. De seguro el presidente cree que no haciendo nada, y permitiendo que el país se vuelva un completo despelote logrará su cometido.
Nos estamos desmoronando, y es el momento en el que el gobierno debe tomar cartas en el asunto. No puede permitir que con su omisión se presenten homicidios, despojos de tierra y abigeato. El falso mesías protector y respetuoso de los derechos de los colombianos, y del derecho a la propiedad, siendo presidente debe hacer cumplir la Constitución y la ley.
¿Acaso no dispone la constitución que es función del Estado garantizar la vida, honra y bienes de los habitantes del territorio? ¿Qué hará el gobierno para cumplir con sus deberes y obligaciones? ¿Será que para el gobierno no todos los colombianos merecen ser protegidos?
Ojo, todo esto si no se frena a tiempo, va a llevar al país a una desorganización total. Si el gobierno no hace nada, volveremos a las épocas en que los campesinos no podían vivir pacíficamente en sus tierras, en las épocas donde nos estábamos matando y en donde arrebatarle la tierra al otro siempre tenía una “justificación”.
Ser cómplice de las invasiones o hacerse el de la vista gorda con lo ocurrido es extremadamente grave y es el principio del resurgimiento de fuerzas oscuras, unas apuntado para un lado y las otras disparando para el otro. ¡Qué horror!