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La primera de mil

Pablo Felipe Robledo

28 de septiembre de 2022 - 12:30 a. m.

Las marchas del pasado lunes 26 de septiembre contra el desgobierno de Gustavo Petro fueron más exitosas de lo que muchos se imaginaban. Algunos dirán que no fueron manifestaciones multitudinarias, pero, en gracia de discusión, lo que sí es cierto es que fueron bastante concurridas y significativas. Ahora bien, vendrán muchas más, pues esta es solo la cuota inicial y el campanazo de lo que se avizora: la primera de mil.

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Esta protesta ciudadana, a tan solo dos meses de haberse posesionado Petro, constituye un importante hito para marcar el rápido desconcierto, la desolación y la incredulidad en que se encuentra este país, gracias a un Gobierno que improvisa a diario, dice tonterías por minuto y en el que casi todos los altos funcionarios hacen algo a toda hora que es o parece ser una cantinflada más del trasnochado e incendiario relato oficial.

El Gobierno de Petro, lleno de vanidad y prepotencia, al igual que de sed de poder y protagonismo, se embriaga en lo intrascendente dando palazos de ciego por donde camina o mete las narices. En estos dos meses de gobierno, por llamarlo de alguna manera, solo brillan los errores de la mayoría de miembros del gabinete que se han convertido en el hazmerreír de propios y extraños; los discursos incoherentes del presidente Petro en la ANDI, Andesco, Andicom, Naciones Unidas y en cuanto lugar va, y una agenda legislativa en curso y por presentar con la que se pretende volver a crear las cosas de forma torpe e inconveniente, en ese afán refundacionista que guía la cabeza de algunos líderes que, como Petro, creen que antes de ellos no había nada de nada.

Las marchas del 26 de septiembre transcurrieron, en términos generales, en total paz, salvo algunos episodios protagonizados, fundamentalmente, por desadaptados que salieron a hacer un especie de contramarcha para provocar violencia, como ocurrió en la Plaza de Bolívar en Bogotá. Esos amigos del Gobierno no escatimaron esfuerzos para agredir a quienes marchaban pacíficamente en ejercicio de sus más elementales derechos constitucionales, pues esos extremistas no conciben las marchas sin violencia ni caos.

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La protesta fue un verdadero ejemplo para quienes en las marchas anteriores de noviembre de 2020 y el primer semestre de 2021 salieron a las calles a destruirlo todo. Aquí reinaron la tranquilidad y el respeto por la autoridad, por los bienes privados y públicos, por la ciudadanía. Esto es más importante que los otrora millones de desadaptados empujados por las barras bravas de la política petrista que desde la oposición enfilaban baterías contra el gobierno de turno, pero que hoy les toca gobernar.

Muy bien por esa parte del país a la que no le gusta Petro. Estoy seguro de que cada vez será más grande, a medida que el Gobierno Petro cumpla su promesa de decrecer. Esa parte del país sabrá cómo ejercer su derecho a protestar pacíficamente, lo cual al final, téngalo por cierto, será más útil y provechoso para la democracia y para hacerle contrapeso a este Gobierno, que la destrucción que generaron otros.

Señores del Gobierno, ténganle miedo al pueblo cuando sale a marchar o protestar pacíficamente, porque su poder de indignación no está afincado en algo efímero como la destrucción y el caos, sino en algo más perenne como lo es la razón.

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Transcurrió la primera marcha contra el Gobierno Petro. Los triunfadores fueron los marchistas que lo hicieron en paz. La oposición fue la vencedora de esta primera marcha, la primera de mil.

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