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Llegó la hora

Pablo Felipe Robledo
15 de junio de 2022 - 05:01 a. m.
"Petro, en su afán de combinar todas las formas de lucha, también tiene previsto que su gente salga a la calle a protestar, pues él se ha encargado desde hace mucho rato de ventilar la idea de que si él no gana es porque le habrían robado las elecciones. Eso es parte de su libreto" - Pablo Felipe Robledo.
"Petro, en su afán de combinar todas las formas de lucha, también tiene previsto que su gente salga a la calle a protestar, pues él se ha encargado desde hace mucho rato de ventilar la idea de que si él no gana es porque le habrían robado las elecciones. Eso es parte de su libreto" - Pablo Felipe Robledo.
Foto: Óscar Pérez

A pocos días de llevarse a cabo la segunda y última vuelta en la elección que determine quién será el próximo presidente de Colombia, la cosa política está ardiendo como tal vez no ocurría desde hace mucho tiempo.

Y arde con especial temperatura, con inusual furia y con inadmisible bajeza. Arde, tanto por lo que los candidatos han propuesto en general a lo largo de su vida y en particular durante esta campaña presidencial, como por el maltrato y las estrategias aniquiladoras y destructoras utilizadas, fundamentalmente, por la campaña de Gustavo Petro, quien ha combinado en la política, no de ahora sino de siempre, todas las formas de lucha, en especial, las relacionadas con la denigración.

Estas estrategias han quedado en evidencia y al desnudo por cuenta de las horas y horas de grabación que hicieron en la propia campaña del candidato Petro, las cuales fueron entregadas por alguien de esa campaña a los medios. El contenido de esas grabaciones, por supuesto, ha generado indignación nacional por cuenta de lo que allí dicen Roy Barreras, Armando Benedetti y otros “prohombres” que acompañan a Petro.

La campaña de Gustavo Petro dejó para la historia la evidencia total de que adoptaron como estrategia destruir a sus rivales políticos con exageraciones, mentiras, embustes, falacias y noticias fabricadas. Acabar a todo aquel que se le opusiera a Petro y pudiese tener la capacidad de constituir una amenaza electoral, fue y ha sido el norte de esa campaña. Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez y Alejandro Gaviria fueron sus principales y más recientes víctimas a quienes Petro destruyó sin piedad bajo esta penosa y aterradora estrategia de la Colombia Inhumana. Inexplicable que Gaviria hubiese terminado allá, es como si a Alejandro le hubiese gustado que lo maltrataran por simple estrategia. Ya en el pasado había ocurrido lo mismo con otros poderosos candidatos que, al no doblegarse a Petro, fueron también objeto de sus insultos y embustes.

Ahora bien y dentro de este ambiente inadmisible y miserable, propiciado fundamentalmente por la campaña de Petro, todas las encuestas muestran desde terminada la primera vuelta hasta hoy que lo que pasará este domingo es un inminente empate técnico que puede llevar a situaciones inesperadas en lo político, lo económico y en lo relativo al orden público.

Ojalá que el próximo domingo la diferencia entre un candidato y el otro sea lo suficientemente amplia como para que a las pocas horas de cerradas las urnas e iniciado el preconteo, el candidato derrotado pueda, en sana lógica, reconocer su derrota. Petro, en su afán de combinar todas las formas de lucha, también tiene previsto que su gente salga a la calle a protestar, pues él se ha encargado desde hace mucho rato de ventilar la idea de que si él no gana es porque le habrían robado las elecciones. Eso es parte de su libreto.

Muy grave que cualquiera de los candidatos se ocupe de enardecer a los ciudadanos para que todo lo destruyan, todo lo quemen y todo lo desconozcan. Pero, al parecer, esto sería inevitable si las cosas no favorecen a Petro.

La elección presidencial traerá momentos de gran dificultad para este país, cualquiera que sea el resultado. No será fácil gobernar, pero, al fin y al cabo, es lo que nos está ocurriendo y tendremos que prepararnos todos para pensar que el futuro del país es lo más importante y que la moderación, más que nunca, deberá ser el atributo más valorado en el próximo presidente, por imposible que parezca.

Llegó la hora de saber quién será el presidente y llegó la hora de terminar tanto discurso, tanta absurda propuesta y gobernar por el bien de todos los colombianos con los pies en la tierra.

 

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