El caso Mattos no puede convertirse en uno de tantos casos de corrupción pública y privada que quedan en impunidad, por cuenta de maniobras dilatorias para evitar que se haga justicia y se condene a los principales criminales.
Carlos Mattos, después de haberse fugado a España para evitar a toda costa ser judicializado por presuntamente haber sobornado el sistema de reparto judicial y hasta a dos jueces —sí, como lo escuchan, dos jueces—, regresó finalmente a Colombia con la cabeza agachada y afirmando, como si tratara de dar la impresión de tener un algún trastorno mental, que aquí lo querían matar. Un espectáculo lamentable por...
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