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Sin anestesia ni vaselina


Pablo Felipe Robledo

31 de julio de 2024 - 12:00 a. m.

Uno de los primeros jefes de Estado del mundo en reaccionar con contundencia al atroz robo de las elecciones en Venezuela fue el recién posesionado presidente de Panamá, José Raúl Mulino, quien indicó que “tengo claro que dentro de la democracia todo, pero por fuera de la democracia, nada”, para posteriormente manifestar que “los millones de venezolanos en su país y en el exterior merecen que se respete la genuina voluntad popular” y que, por ello, “anuncia el retiro del personal diplomático de Venezuela”.

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Lo ocurrido en Venezuela fue crónica de una muerte anunciada. ¡Qué ilusos, qué tontos y qué incautos somos en el mundo! Maduro es un criminal, un dictador, un ladrón consuetudinario de elecciones, un narcotraficante, un corrupto de proporciones nunca vistas en este continente, un bandido y un desvergonzado. Aunque entendible que tuviéramos la esperanza de que este tipo pudiese salir del Palacio de Miraflores de una manera democrática acompañado de la jauría que lo rodea, lo cierto es que era algo utópico, pues Maduro y sus secuaces no tienen ni para dónde irse y no pueden quedarse a salvo en Venezuela, ya que sus décadas haciendo fechorías se lo impiden. No los libra ni un indulto político-judicial interno, sus actos y cuentas ante la Corte Penal Internacional no los dejarían a salvo.

La única posibilidad que tiene Maduro para poder respirar, así no sea en paz, es aferrarse al poder a como dé lugar o, como él diría, “a las buenas o a las malas”, sin importar si es con una guerra civil interna y con el repudio del mundo, pues, al fin y al cabo todo esto que sería terrible es mejor para él y los suyos en comparación con una cárcel de por vida en Venezuela o en cualquier otro país.

Ilusos quienes creyeron que Maduro podría irse del poder reconociendo una derrota política en las elecciones del pasado domingo. Lo escribí en varios trinos durante el fin de semana. No basta ganarle unas elecciones presidenciales a Maduro, pues aún en el mejor de los casos, reconociendo Maduro su derrota, se inventaría alguna jugarreta para quedarse en el poder. A Maduro lo tienen que derrocar, y esa es una tarea de los venezolanos y de la comunidad internacional. Maduro es un delincuente y no sería la primera vez en el mundo que un tipo de esa estirpe habría tenido que dejar el poder -a las buenas o a las malas- por la voluntad de millones de personas protestando en las calles y de líderes que en el mundo tienen la posibilidad de guiar los destinos del planeta para preservar intereses superiores a los de un dictador que pisotea la democracia y actúa en contra de ella sin siquiera sonrojarse y llevando a su propio pueblo a bañarse en un río de hambre y sangre.

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Parecería un contrasentido esta columna, pero no lo es. Si bien cito como maravillosa la frase “Dentro de la democracia todo; pero por fuera de la democracia, nada”, del presidente de Panamá, lo cierto es que ella, lastimosamente, ya hoy no aplica en Venezuela. Allí el poder ilegal instituido lo está para mancillar la democracia y, por ende, la salida a la problemática no está en ella. Muy probablemente esté en el derecho internacional, en los instrumentos de presión y en los propios venezolanos que deben volcarse a las calles, ya no a exigir democracia, sino a exigir que Maduro deje el poder.

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Maduro y su cooptado CNE no permitieron que millones de venezolanos de la diáspora regada por el mundo entero pudieran votar -casi todos opositores, por obvias razones-, negó el ingreso de veedores internacionales de alto calibre para verificar las elecciones, no abrió las urnas en algunos lugares, no permitió un escrutinio transparente ante los testigos electorales, no dio información electoral confiable, hicieron caso omiso a las súplicas de la comunidad internacional y madrugaron a proclamar al dictador Maduro, es decir, se robaron las elecciones, y de frente, sin anestesia ni vaselina.

PD: A propósito, la vaselina es hecha a base de “petrolato”. ¿Será que en Colombia nos va a ocurrir lo mismo que en Venezuela?

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