Con bastante frecuencia se suceden acontecimientos en los que queda claro que la expresión sardónica e irónica de uso universal según la cual “Toda buena obra merece su castigo” o lo que es casi lo mismo “Ninguna buena acción queda impune” está plenamente vigente, y mucho más, en un país como Colombia en donde al parecer lo único que no le perdonamos a los demás es su éxito.
Este bien podría ser, y lo es, el caso de la Fundación Circo para Todos, que después de décadas de éxito está viviendo un viacrucis, reitero, por el hecho de que “Toda buena obra merece su castigo”. Sin embargo, en esta historia el verdugo es el propio gobierno y, para mayor precisión, el Ministerio de Cultura, hoy llamado aparatosamente, Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
La Fundación Circo para Todos es una entidad que poco conocen los ciudadanos ajenos a las artes escénicas, pero que tiene renombre internacional y obviamente nacional, entre los que hacen parte de este encantador mundo de luces, tarimas y presentaciones. Inició sus actividades hace 30 años en Cali, brindando oportunidades a jóvenes y niños –en su mayoría vulnerables– a través del descubrimiento de sus capacidades y aptitudes circenses, formación y búsqueda de trabajo digno y placentero para el desarrollo de sus especialísimas habilidades y destrezas. Para que se hagan una idea, hay exalumnos de esta fundación en los circos más importantes del mundo, entre ellos, el afamado e impresionante Circo del Sol.
Desde el año 2014, la Fundación Circo para Todos instaló su carpa en Bogotá y trasladó sus actividades al interior de la antigua Estación de la Sabana en la Calle 13 de Bogotá, gracias a un convenio con el Ministerio de Cultura. Este es el que ahora, inexplicablemente, quiere despojar a la Fundación de la que ha sido su exitosa sede desde hace más de una década.
Hace un par de meses, el Ministerio de Cultura requirió a la Fundación Circo para Todos para que devolviera el predio y exigió su desalojo, sin importarle que estuvieran en pleno semestre académico con estudiantes matriculados como becarios, profesores y personal administrativo contratados y en ejercicio de sus labores. El propio ministerio, además de haber facilitado la sede desde hace tiempo, también ha contribuido con recursos económicos al bienestar de este hermosísimo proyecto.
La Fundación Circo para Todos es la primera de su género en el mundo y la única en el país. Además de formar profesionales en diferentes disciplinas de la actividad circense, ha realizado aportes invaluables en la tarea de dignificar esos oficios en nuestro medio y en crear oportunidades y trabajo bien remunerado para quienes los ejecutan.
A través del modelo de formación circense ha logrado la capacitación de 200 profesionales, todos beneficiarios de becas completas para estudios y manutención. Al mismo tiempo, en unión con el Ministerio de Cultura, ofrece formación a través de talleres a jóvenes y niños vulnerables en condiciones de riesgo afectados por la violencia. Este programa ha beneficiado a más de siete mil niños.
El atropello del Ministerio de Cultura suscitó la solidaridad de distinguidos abogados que me han invitado a sumarme a esta causa, no como abogado sino como columnista, lo cual no dudé, porque claramente estoy hastiado de que en Colombia “Toda buena obra merezca su castigo”.