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Como ya es costumbre en este desgobierno de Gustavo Petro, los domingos resultan bastante convulsionados por cuenta de los choque de Petro con alguien en el mundo. De hecho no es la primera vez que confronta brutalmente con Estados Unidos y con el presidente Donald Trump. Tampoco es la primera vez que ello ocurre un domingo.
Para más allá del día y más allá de los protagonistas, lo cierto es que los colombianos estamos ya cansados, saturados o mamados de que el presidente Petro juegue a la dignidad de esta Nación y no haga más que insultar y romper o debilitar relaciones con todo aquel que de una u otra manera no cohonesta con sus locuras, delirios e insultos.
Ahora bien, lo que sí resulta bastante paradójico es el equivocado nacionalismo que están inspirando estas peleas de rastrillarse el machete en el pavimento mostrando quién puede resultar más bravucón. Es verdaderamente indignante ver a muchos colombianos protestando por la reacción de los americanos cuando lo cierto es que Petro no solo es un provocador e incitador de esas reacciones. sino que ha mostrado ser un inconsecuente gobernante que todos los días, a cada hora y cada segundo, se pone del lado de los delincuentes. Es algo que Petro como que no puede resistir. No hay nada que más le atraiga que un delincuente.
Petro adora a los guerrilleros, a los paramilitares, a los de las bandas criminales, a los mafiosos, a los corruptos, a los que han militado con dudosa ortografía en los partidos tradicionales y que lo han acompañado en su gobierno, es decir, Petro se desvela con la más putrefacto de la sociedad colombiana. A todos los halaga, a todos les hace un homenaje, a todos los defiende, a todos los ensalza, a todos les rinde culto.
La crisis que Petro ha engendrado contra Estados Unidos desde hace ya buen tiempo ha llegado a su peor momento este domingo. Y lo que resulta peor es que haya gente que, comprendiendo lo que pasa y el nivel de desatino con el que el presidente Petro ha venido actuando, ahora se indigne, reitero, en un falso o al menos equivocado nacionalismo, en que no se le admita al presidente Trump decir lo que todos ya sabemos: que Petro es el presidente de la delincuencia y que Petro es un lunático. Y claro que lo es, así nos duela. En eso y en mucho más tiene razón el presidente de Estados Unidos, quien solo pone en su boca lo que en Colombia dicen y piensan millones de colombianos.
El nacionalismo no puede enfilarse para defender a un indefendible como Petro, por más presidente que sea de Colombia, pues el hecho de que lo sea no le quita su indignidad. La dignidad del cargo no existe; la dignidad del cargo se ejerce. Y por ende, la dignidad se conserva o se pierde. Petro es un presidente indigno y lo es por más o menos mil motivos distintos, razón por la cual no es defendiendo a Petro que se ejerce el nacionalismo de forma adecuada.
Lo que corresponde en este momento es hablarle claro a los Estados Unidos para que procure desligar al indigno presidente Petro del resto del país. Sí, del resto del país que no debería sufrir las consecuencia de las irracionales acciones y el equivocado comportamiento de Petro, y mucho más cuando el propio presidente Trump sabe que quien gobierna a Colombia es un “lunático”, por citar expresamente la palabra usada por el mandatario americano.
Colombia es socio comercial, político y militar de Estados Unidos y la estabilidad de este país depende en gran medida de ello, pues en eso ha trabajado la sociedad colombianas por décadas, ya siglos, y la estabilidad de esos lazos no se consigue insultando el uno al otro. Es en eso que los colombianos debemos trabajar y es eso lo que debemos pedirles a ambos gobiernos.
En lo que a mi respecta, me niego a defender a Petro; me niego a protestar cuando le dicen lo que todos ya sabemos hace mucho tiempo: que es el líder de la delincuencia; y que es un lunático. Mi nacionalismo no me alcanza para no ver lo obvio más allá de mi nariz.
