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En la segunda vuelta de las pasadas elecciones legislativas francesas, la extrema derecha Rassemblement National (RN) y aliados (143 diputados) fue derrotada gracias a un acuerdo electoral entre Ensemble (E) (163 diputados) de centro y el Nouveau Front Populaire (NFP) y otros de izquierda (193 diputados); a Les Républicains (LR) y aliados (66 diputados) de derecha y a la sabia decisión del pueblo francés. Se salvó Francia, amenazada por el ascenso vertiginoso del RN, que ganó en la primera vuelta para la Asamblea Nacional (9,4 millones de votos); estuvo muy cerca de optar por el cargo de primer ministro, forzar la cohabitación con Macron o presionar su retiro. La amenaza del RN sigue latente por las expectativas de numerosos ciudadanos marginados del modelo de crecimiento, descontentos con Macron, confiados en una cara democrática del RN, que oculta un trasfondo xenófobo, fascista organizado, heredado de colaboracionistas con los alemanes nazis durante la ocupación de Francia en la Segunda Guerra Mundial.
Macron, al resistirse a pactar cambios con otras fuerzas, especialmente progresistas, incumplió su promesa de un gobierno de centro amplio y aplazó las soluciones consensuadas, avanzadas y urgentes que requiere Francia. Medidas convencionales sobre los combustibles, ventajas fiscales a las grandes fortunas y el ajuste por decreto a la edad de pensión desataron amplias protestas y levantamientos populares. En medio de una confusa agenda europea e internacional, la guerra en Ucrania le sirvió para la reelección, pero lo tiene atrapado en un escenario de alto riesgo por sus napoleónicas amenazas a Rusia.
Macron ha perdido siete años en el poder: “A pequeños pasos”, “todo al mismo tiempo”, “cueste lo que cueste”, “Make Our Planet Great Again” han sido sus consignas; el acuerdo climático de París embolatado; los compromisos ambientales aplazados; conflictos y crisis en la agricultura por el agua, la tecnología, la concentración de la propiedad y equivocados acuerdos internacionales; la vacuna del covid, un fracaso, y tensiones en Francia de ultramar. La multicrisis afecta la economía, los agricultores, el ingreso de las personas, la salud, la educación, la vivienda, el clima, la biodiversidad, el suelo, el agua…
Macron le dejó el espacio político a la extrema derecha RN, que lo ocupó y ganó las elecciones al Parlamento Europeo. Ante esta amenaza, con un golpe de teatro, de manera irresponsable, según importantes medios y políticos franceses, disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones. Así aplazó la crisis presidencial; la trasladó a la Asamblea Nacional que manipula, aliado con la derecha, contra la izquierda que considera un peligro. Con esto quiere aferrarse al poder y fuera de época ser nuevamente maître des horloges: ganar tiempo con los Juegos Olímpicos y las vacaciones…
Superados los límites del crecimiento se necesitan consensos nacionales, decisiones urgentes, inusuales y costosas para la transición, reducir los impactos y adaptarse a los efectos del cambio global. En Francia un acuerdo político evolucionado es difícil por el presidencialismo jupiteriano de Macron de extremo centro; Mélenchon, de extrema izquierda; y Le Pen, de extrema derecha radical.
El poder contra el tiempo.
