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El voto útil definió los candidatos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia que se realizarán el 24 de abril, también dejó en ruinas a los partidos tradicionales y produjo tensión geopolítica en el escenario internacional.
Pasaron a segunda vuelta Macron (27,8 %), centro (En Marcha), y Le Pen (23,1 %), extrema derecha. De tercero quedó Mélenchon (22 %), izquierda (Francia Insumisa), quien dijo: “No votaremos jamás” por Le Pen. En cuarto lugar, Zemmour (7,1 %), extrema derecha radical, invitó a votar por Le Pen. Los demás candidatos quedaron por debajo del 5 % y no recibirán el apoyo completo de fondos públicos. Invitaron a votar por Macron: Pécresse (4,8 %), gaullista republicana; Jadot (4,6 %), ecologista (Los Verdes); Roussel (2,3 %), comunista, e Hidalgo (1,7 %), socialista. Lassalle (3,1 %), por la ruralidad (Resistamos), no expresó su intención de voto. Dupont-Aignan (2,1 %), soberanista, vota por Le Pen.
Los candidatos y los partidos tradicionales fueron derrotados por el voto útil y quedaron dispersos en medio de un paisaje político en ruinas. La tendencia de los grandes partidos a perder vigencia venía desde hace algunos años; Los Verdes, en ascenso, esperaban mucho de estas elecciones. Para todos será muy difícil recuperarse.
Los votos de la segunda vuelta no están asegurados pese a las adhesiones; los electores volátiles y muchos militantes no siguen las consignas de los dirigentes para contener a Le Pen. La “colère” (rabia) contra Macron es mucha, pero la salida no es a la derecha, al mundo de ayer. En la segunda vuelta presidencial de 2017 Macron obtuvo el 66 % de los votos contra 34 % de Le Pen. Ahora, en las primeras encuestas de Ipsos-Sopra, Macron ganaría con 54 % y Le Pen tendría 46 %.
Le Pen y Macron, enfrentados, se lanzaron en campaña; ambos buscan recuperar credibilidad y responder a las principales preocupaciones de los franceses: el poder adquisitivo, la guerra en Ucrania y el ambiente. El costo de los combustibles, la calefacción y los alimentos no es manejable; las pensiones tampoco alcanzan. Le Pen ofrece arreglar esto. Macron propone mejoras, pero no quiere dejar su proyecto neoliberal pragmático. Busca a la izquierda, pero esta tiene muchos reparos, quiere cambios de fondo, no “reformas insensatas”; el centroizquierda es la salida para asegurar gobernabilidad. Macron espera a Le Pen en el terreno de la guerra de Ucrania; últimamente Le Pen ha sido evasiva sobre las relaciones con Rusia, la Unión Europea (UE) y la OTAN. Muchos consideran a Le Pen una amenaza para la institucionalidad republicana y la UE. El ambiente y la transición ecológica, la tercera prioridad para los franceses, huérfana en la primera vuelta, puede quedar al margen nuevamente.
Los procesos políticos en Francia repercuten internacionalmente. Los resultados electorales de la primera vuelta y los riesgos de la segunda invitan a la reflexión sobre la institucionalidad democrática, el sistema electoral, el presidencialismo, la alternancia. Y en geopolítica, sobre los límites del modelo de crecimiento y la globalización, la urgencia de la paz, la estabilidad de la UE y el futuro de la OTAN.
* Porcentajes del Ministerio del Interior francés.
