Uno de los muy pocos restaurantes de comida india en Bogotá, hace sonar una oración hindú cada día, al abrir sus puertas, tiene un pequeño altar y objetos de ese maravilloso país y todo el tiempo una suave y bella música, elementos que brindan una ambientación plácida y cálida para disfrutar las bondades gastronómicas de uno de las regiones con mayor diversidad de especias y con la más grande población vegetariana del mundo.
Precios equilibrados, con entradas que oscilan entre 6.000 y 13.000 pesos y principales entre 15.000 y 28.000 pesos.
Desde antes de llegar al restaurante en mi cabeza ya rondaban los tradicionales papadams, tortillas asadas extradelgadas de masa de lenteja, que en la gama de crocantes sin duda son uno de los más atractivos y deliciosos bocados de la cocina india. Al probar las pakoras de cebolla, tuvimos un leve desencanto pues no se diferencian de un plato normal de anillos de cebolla. Mis papilas subieron de ánimo, al probar el alu tikki, croquetas de papa con arveja y salsa de tamarindo simplemente deliciosas. El boti kabab, tiritas de cordero marinadas en yogurt y cocinadas en horno tandoor, un segundo desencanto, no parece indio ni en presentación ni en sabor, pues no le percibimos ninguna de las ansiadas especias.
El malai kofta curry, bolitas de carne con uvas pasas y almendras con salsa de especias y nata, una especialidad de la casa que se deslíe suavemente en la boca, son picanticas y muy gustosas. Los mixed vegetables kofta curry, un plato vegetariano, de bolitas de verdura, recomendación del chef. Al abrir cada albóndiga se accede a una caja de Pandora de la que emanan sensaciones gratas al espíritu. Estas dos delicias son servidas en cacerola de cobre, brindándoles mayor identidad y atractivo. Pareciera además imposible encontrar albóndigas más suaves, y por sus sabores merecen una fuerte aclamación.
No hay que afanarse por el mito de que la cocina india es picante y fuerte en especias; el camarero pregunta por el nivel con el que se desea. Me llamó la atención que casi todos los comensales presentes acompañan la cena con cerveza, y me convencí de que ella hace un buen maridaje con estas especias y sabores.
En definitiva, aunque con algunos altibajos, un excelente lugar para la exploración de la cocina de la India.
Buena relación calidad-atención-recinto-inversión.
* Restaurante Flor de Loto, calle 90 Nº 17-31, Bogotá. Tel. 617 0142.
Uno de los muy pocos restaurantes de comida india en Bogotá, hace sonar una oración hindú cada día, al abrir sus puertas, tiene un pequeño altar y objetos de ese maravilloso país y todo el tiempo una suave y bella música, elementos que brindan una ambientación plácida y cálida para disfrutar las bondades gastronómicas de uno de las regiones con mayor diversidad de especias y con la más grande población vegetariana del mundo.
Precios equilibrados, con entradas que oscilan entre 6.000 y 13.000 pesos y principales entre 15.000 y 28.000 pesos.
Desde antes de llegar al restaurante en mi cabeza ya rondaban los tradicionales papadams, tortillas asadas extradelgadas de masa de lenteja, que en la gama de crocantes sin duda son uno de los más atractivos y deliciosos bocados de la cocina india. Al probar las pakoras de cebolla, tuvimos un leve desencanto pues no se diferencian de un plato normal de anillos de cebolla. Mis papilas subieron de ánimo, al probar el alu tikki, croquetas de papa con arveja y salsa de tamarindo simplemente deliciosas. El boti kabab, tiritas de cordero marinadas en yogurt y cocinadas en horno tandoor, un segundo desencanto, no parece indio ni en presentación ni en sabor, pues no le percibimos ninguna de las ansiadas especias.
El malai kofta curry, bolitas de carne con uvas pasas y almendras con salsa de especias y nata, una especialidad de la casa que se deslíe suavemente en la boca, son picanticas y muy gustosas. Los mixed vegetables kofta curry, un plato vegetariano, de bolitas de verdura, recomendación del chef. Al abrir cada albóndiga se accede a una caja de Pandora de la que emanan sensaciones gratas al espíritu. Estas dos delicias son servidas en cacerola de cobre, brindándoles mayor identidad y atractivo. Pareciera además imposible encontrar albóndigas más suaves, y por sus sabores merecen una fuerte aclamación.
No hay que afanarse por el mito de que la cocina india es picante y fuerte en especias; el camarero pregunta por el nivel con el que se desea. Me llamó la atención que casi todos los comensales presentes acompañan la cena con cerveza, y me convencí de que ella hace un buen maridaje con estas especias y sabores.
En definitiva, aunque con algunos altibajos, un excelente lugar para la exploración de la cocina de la India.
Buena relación calidad-atención-recinto-inversión.
* Restaurante Flor de Loto, calle 90 Nº 17-31, Bogotá. Tel. 617 0142.