Un restaurante que despliega el arte de preparar platos compuestos de una multiplicidad de ingredientes, todos igualmente protagonistas, y gran cantidad de ellos autóctonos colombianos.
La frescura y el verdor de la lechuga crocante con queso de cabra, nueces, melón encurtido y vinagreta de albahaca: un festival de sabores en un plato sencillo y grato.
El queso costeño frito en cubos y con mela’o de caña. Una excepción con solo dos ingredientes. Rica alternativa para nuestros quesos, meritorio por los ingredientes, aunque con una dosis de ingenio creativo podría alcanzar una dimensión mayor.
El espagueti achiotado pacífico, un plato multicolor, con la pasta elaborada con la tintura del achiote, camarones y trozos de calamar, la col oriental bock choy, brotes de la planta verdebela, con un fondo de pescado ahumado, una estupenda y saludable creación.
Los tortelli rellenos de arracacha y queso gouda, aderezados con un formidable jugo de tusa de maíz, espuma de salvia, cubierto con zanahorias crocantes y trocitos de bife de paleta. Se merece un fuerte aplauso por el sorprendente e inimaginable jugo de tusa. A mi solicitud, me brindaron en el restaurante una copa de jugo de tusa y, la verdad, quedé encantado. ¡Un gran enaltecimiento de la tusa! He conocido solo dos casos de platos en Colombia que incorporan la tusa como comestible: un caldo de maíz, cebolla, papa y tusa fresca, primero asada y luego cocinada. Otro es el plato cundiboyacense denominado mazorco, preparado con la tusa y el maíz ya fermentados.
La panza de cerdo con puré de maní, peras caramelizadas y rúgula selvática, una muy armónica e interesante “trieja” —pareja de tres— extrema de sal, dulce y acidez.
Otro aplauso para la carta de bebidas sin alcohol, consentidoras de nuestras vías digestivas. El coctel de sandía, con jengibre, limón y pepino, y el Virgin G&T con enebro, tónica y cítricos. El agua panela de tamarindo con especias, y la suave y acariciadora limonada de pepino. También un hallazgo para un elogio público: las gaseosas de la casa, una de gulupa y vainilla, y otra de jengibre; sencillamente espléndidas.
Mesa Franca, un buen representante de la nueva culinaria colombiana, con ingredientes locales y elaboración de alta cocina, que demuestran investigación y amor por lo propio.
Dirección: carrera 6 n.° 55-09, Chapinero, Bogotá. Tel. 805 1787. Calificación CLAP (calidad, lugar, atención y precio): bueno.
Un restaurante que despliega el arte de preparar platos compuestos de una multiplicidad de ingredientes, todos igualmente protagonistas, y gran cantidad de ellos autóctonos colombianos.
La frescura y el verdor de la lechuga crocante con queso de cabra, nueces, melón encurtido y vinagreta de albahaca: un festival de sabores en un plato sencillo y grato.
El queso costeño frito en cubos y con mela’o de caña. Una excepción con solo dos ingredientes. Rica alternativa para nuestros quesos, meritorio por los ingredientes, aunque con una dosis de ingenio creativo podría alcanzar una dimensión mayor.
El espagueti achiotado pacífico, un plato multicolor, con la pasta elaborada con la tintura del achiote, camarones y trozos de calamar, la col oriental bock choy, brotes de la planta verdebela, con un fondo de pescado ahumado, una estupenda y saludable creación.
Los tortelli rellenos de arracacha y queso gouda, aderezados con un formidable jugo de tusa de maíz, espuma de salvia, cubierto con zanahorias crocantes y trocitos de bife de paleta. Se merece un fuerte aplauso por el sorprendente e inimaginable jugo de tusa. A mi solicitud, me brindaron en el restaurante una copa de jugo de tusa y, la verdad, quedé encantado. ¡Un gran enaltecimiento de la tusa! He conocido solo dos casos de platos en Colombia que incorporan la tusa como comestible: un caldo de maíz, cebolla, papa y tusa fresca, primero asada y luego cocinada. Otro es el plato cundiboyacense denominado mazorco, preparado con la tusa y el maíz ya fermentados.
La panza de cerdo con puré de maní, peras caramelizadas y rúgula selvática, una muy armónica e interesante “trieja” —pareja de tres— extrema de sal, dulce y acidez.
Otro aplauso para la carta de bebidas sin alcohol, consentidoras de nuestras vías digestivas. El coctel de sandía, con jengibre, limón y pepino, y el Virgin G&T con enebro, tónica y cítricos. El agua panela de tamarindo con especias, y la suave y acariciadora limonada de pepino. También un hallazgo para un elogio público: las gaseosas de la casa, una de gulupa y vainilla, y otra de jengibre; sencillamente espléndidas.
Mesa Franca, un buen representante de la nueva culinaria colombiana, con ingredientes locales y elaboración de alta cocina, que demuestran investigación y amor por lo propio.
Dirección: carrera 6 n.° 55-09, Chapinero, Bogotá. Tel. 805 1787. Calificación CLAP (calidad, lugar, atención y precio): bueno.