Han pasado los tiempos de la histeria y la ilusión, no es hora del temor al acabose ni de las proclamas a la utopía, es el momento de las justas proporciones. Para bien o para mal, la realidad impone mesuras y remedios. El gobierno ha mostrado más sus muecos que sus dientes y lo que llaman la institucionalidad ha respondido con luces y sombras, los alardes del fiscal en unos casos o los fallos cantados de la Corte Constitucional en otros. El Congreso conserva sus formas, más menudeo que ideología, más negociación que debate, pero igual a la hora de las grandes reformas no serán fáciles las pequeñas transacciones. Estamos ante una...
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