Publicidad

Rabo de ají

Cadena contra el contagio

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Pascual Gaviria
01 de abril de 2021 - 03:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

En el principio fue la superstición. Las vacunas tenían algo de magia, debían inspirar una extraña confianza espirituosa para que la gente dejara acercar a la peste, casi tragarla, como una manera eficaz para defender el cuerpo de sus estragos. Se dice que los chinos en el siglo X fueron los primeros en usar la “viriolización” contra la viruela. Más que un método de sabios, era un experimento de las clases populares que necesitaba algo de respaldo espiritual. De modo que un taoista “inmortal” figura como uno de sus primeros “predicadores”. No era fácil inhalar el polvo de las costras producidas por la viruela.

Durante más de 100 años la ciencia de Occidente ha ido cubriendo ese milagro con estudios, fiascos y certezas. Pero la superstición va y viene, cambia de bando según los temores y las desconfianzas. La magia que hace siglos permitía una bendición por parte de la sociedad acorralada por una enfermedad hoy causa desconfianza en una población creciente en los países más educados del mundo. Desde hace tres décadas en Europa crece un movimiento antivacunas que ha llevado a muchos países del continente —28 de 53, según un estudio de 2018— a hacer obligatoria la aplicación de al menos una vacuna: multas a los padres e imposibilidad de matrícula en guarderías y colegios de menores no vacunados son algunas de las medidas habituales. Sin embargo, hace un mes una resolución del Consejo de Europa recomendó por amplias mayorías no darle carácter obligatorio a la aplicación de la vacuna contra el coronavirus. La resolución del Consejo, del que hacen parte 47 países de Europa, propone a los Estados “asegurarse de que los ciudadanos están informados de que la vacunación NO es obligatoria y nadie está política, social o de ninguna otra manera presionado para ser vacunado”.

La discusión ha llegado a América Latina con el burdo disfraz de la política. A mediados de diciembre el presidente Bolsonaro, en uno de sus discursos que combinan el humor y la severidad, clamaba contra los riesgos de la vacuna. Aclaró que Pfizer no se haría cargo de posibles efectos secundarios y luego soltó las probables consecuencias: “Si te conviertes en un caimán es tu problema (...) si te conviertes en superhombre, si a una mujer le sale barba o algún hombre empieza a hablar fino, no tengo nada que ver con eso”. A finales del año pasado el alcalde de São Paulo dijo que la vacuna será obligatoria en la ciudad, y un fallo reciente del Tribunal Supremo de Brasil (con amplia mayoría diez contra uno) dictó que la vacuna puede ser obligatoria, aclarando que la imposición no es posible, “nadie puede ser llevado del pelo a vacunarse”, dijo el presidente del Supremo, pero sí se pueden imponer sanciones a quienes se nieguen a recibir sus dosis.

En Colombia, según una encuesta del DANE de diciembre del año pasado, el 40 % de la población no tiene intenciones de vacunarse. La cifra ha bajado con el inicio de la vacunación, pero hay departamentos donde cerca del 50 % de la gente se niega a recibir la vacuna. Ya comenzaron voces diversas a hablar de obligatoriedad y con algo de reproche superior mencionan la decisión de algunos consejos indígenas contra el Plan Nacional de Vacunación. Forzar contra la desconfianza solo traerá nuevos recelos y señalamiento a trabajadores de la salud. No crecerá mucho la vacunación contra el coronavirus y seguro bajará en los demás esquemas. El Estado terapéutico debería ser la más repudiable de las enfermedades del poder. Ya hemos visto los abusos en aras de la mitigación, ojala no lleguen unos nuevos, con sello solidario, en busca de la inmunidad.

Conoce más

Temas recomendados:

 

María(60274)02 de abril de 2021 - 02:36 a. m.
Además no creo que esas vacunas sean efectivas contra las nuevas cepas, el ser humano con su terquedad sigue empeñado en creer que es el pu... de Aguadas y que la naturaleza es su sirvienta cuando no lo es. El Coronavirus va ganando y los mismos de siempre empeñados en fracking, glifosatos y demás abusos contra la naturaleza y el planeta.
  • María(60274)02 de abril de 2021 - 02:53 a. m.
    Además el problema de Colombia no es que la gente no se quiera vacunar, sino que el gobierno que tenemos es incapaz de hacer las cosas como se debe y la gente así se quiera vacunar no tiene como hacerlo porque no le ha llegado el turno y quién sabe cuando le llegará.
  • María(60274)02 de abril de 2021 - 02:37 a. m.
    Mire a Chile.
María(60274)02 de abril de 2021 - 12:56 a. m.
No creo que sea lógico que si ni los laboratorios las garantizan, se pueda obligar a la gente a aplicársela, una vacuna no es una droga que si le cayó mal la suspende, si una vacuna produce efectos graves a largo plazo, no se puede devolver el tiempo, lo mínimo es que la gente pueda decidir con información veraz. Las demás vacunas se han probado muy bien antes de ser aplicadas, por eso mismo.
carlos(23084)01 de abril de 2021 - 03:28 p. m.
De acuerdo,si no te quieres vacunar, listo. Pero si contraes el virus después ,todos los gastos de atención hospitalaria y demás,serán por su cuenta. El estado salva su responsabilidad al ofrecer la vacuna.
zeksalev(5755)01 de abril de 2021 - 02:14 p. m.
A los seguidores y lectores de El Espectador no nos interesa la polémica que que Héctor Abad Fabiolince tiene con Vallejo. Tanto uno como el otro, más el otro, Vallejo, el contestatario, en mi concepto, tienen derecho a ser leídos por sus seguidores. Mi petición respetuosa al señor Cano, Director, para que lo permita.
zeksalev(5755)01 de abril de 2021 - 02:04 p. m.
Si los gobiernos del mundo no hubiesen seguido las desacertadas directrices de la OMS, hoy la pandemia estaría, si no desaparecida, por lo menos apunto de extinguirse. Todavía es tiempo: que se levanten las restricciones y se permita que la naturaleza siga su curso normal. ¡Ah, y que se reivindique al escritor Fernando Vallejo y se le permita escribir de nuevo en este periódico!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.