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Gustavo Petro fue un crítico decidido de la postura hostil del entonces presidente Álvaro Uribe frente a las Cortes. En el momento más duro de ese enfrentamiento, hace exactamente quince años, el senador del Polo Democrático se declaraba preocupado por la división de poderes que el ejecutivo desafiaba con declaraciones y actuaciones que llegaron a ser criminales. Por ejemplo, cuando el gobierno Uribe presentó una reforma a la justicia que permitía algunos filtros a investigaciones de la Corte Suprema a congresistas, Petro dejó claros sus temores: “Si este es un proyecto de retaliación en el sentido de cobrarle a la Corte Suprema lo que ha hecho en bien del país, pues tendríamos un grave problema”.
Había una guerra abierta entre las Cortes y la presidencia por las investigaciones de la parapolítica que Uribe consideraba una celada contra su círculo más cercano en el Congreso, incluido su primo Mario Uribe. En su momento, el presidente acusó al actual ministro de defensa, entonces magistrado auxiliar en la Corte Suprema, de tramar una acusación en su contra al ofrecer prebendas a un paraco de mediano calibre. Uribe llamó clientelistas a los magistrados y los señaló de fallar en política y no en derecho. Luego aparecieron Yidis, la segunda reelección, las chuzadas y el llamado “choque de tres” ya era un tropel. Tanto que el presidente Uribe llegó a decir que el asunto tenía que parar: “yo le pido a la justicia que reflexione sobre esto [ingreso de paras a Justicia y Paz], es que esto no puede ser una guerra a ver si el Presidente acaba con la justicia o la justicia con el Presidente”. Pero las cosas no pararon y funcionarios del gobierno terminaron condenados por grabaciones ilegales a la Corte Suprema.
Hace apenas tres años, el senador Petro, tan amigo de la presión ciudadana en la calle, criticaba las declaraciones de la ministra del interior, Nancy Patricia Gutiérrez, quien defendió las manifestaciones ciudadanas luego de llamado a declarar al expresidente Uribe por parte de la Corte Suprema: “Toda movilización ciudadana, que es un derecho, es una presión y no es una presión sobre el Gobierno, sino sobre la justicia y la justicia no debe ser presionable”. Petro también criticó en ese momento las declaraciones del presidente Iván Duque al definir a Uribe como un hombre honorable, al calificarlas como un nuevo acto de presión. El senador también le metió humor a las críticas y en 2018 citó en su Twitter una caricatura de Matador en la que Uribe decía “en mi gobierno voy a revocar las Cortes”, mientras atrás la figura porcina de Duque asentía con juicio.
Petro cambió de silla y de posición frente a los fallos judiciales y las competencias del presidente. Ahora interpreta la Constitución para proclamarse jefe de jefes. La Corte Suprema respondió pronto y claro: “Desconocer o malinterpretar las bases de nuestro Estados de Derecho crea incertidumbre, fragmentación e inestabilidad institucional”. Antes había dicho que el Consejo de Estado le impedía ejercer sus facultades constitucionales al suspender de manera provisional el decreto para regular precios de servicios públicos. Tampoco le gustaron las decisiones sobre la libertad de los miembros de la “primera línea”, ni la determinación de la Corte Constitucional sobre quienes pueden ser sancionados disciplinariamente por la Procuraduría.
El lunes habló de un “golpe blando” citando de refilón a recientes decisiones del Consejo de Estado sobre congresistas de su partido. Petro aún no tiene un revés importante en las Cortes y ya comienza a señalarlas. Ahora que conversa tanto con Uribe podría pedirle que le cuente cómo le fue en su ensañamiento contra los tribunales. Tal vez el expresidente le pueda dar un consejo de estrado.
