En 1955, el gobierno de Laureano Gómez creó la Junta Nacional de Censura para unificar los criterios que dirigían el uso del veto o la tijera a las películas proyectadas en los cines del país. Cuatro de los diez miembros eran nombrados por el Cardenal Arzobispo Primado de Colombia. La censura llevaba quince años en manos de juntas municipales y departamentales. El cine se había convertido en el más importante espectáculo público –en la Medellín de 1953, más de cuatro millones de personas desfilaron por los 32 teatros de la ciudad– y los riesgos eran inmensos cuando se apagaba la luz. Hasta los médicos armaban sus películas. Un estudio de la Academia de Medicina de Medellín en 1945 habla de los efectos somáticos del cine en niños y adolescentes y llegaba a una conclusión para el género de terror: además de llevar a los jóvenes a sus “tendencias inferiores”, el cine sin vigilancia aceleraba el desarrollo del “sistema gonadal”. Los cine clubes fueron el instrumento para revelarse contra las juntas de censura y en su momento fueron denunciados como el telón de fondo de todas las perversidades.
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Rabo de ají
Censuras edificantes
26 de abril de 2023 - 02:05 a. m.