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Comisión pornográfica

Pascual Gaviria

08 de marzo de 2011 - 10:21 p. m.

DESDE HACE UN AÑO LOS PRESOS colombianos tienen derecho a guardar tesoros pornográficos debajo de sus colchones. No sólo de la visita conyugal vive el hombre.

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Las mujeres tienen menos oferta sobre el papel, pero entre el glamour de los futbolistas extranjeros, Cristiano Ronaldo, y la desmesura de los criollos, Faustino Asprilla, algo de inspiración se puede encontrar. Y queda el consuelo de Gregorio Pernía. Se han pervertido hasta las cárceles, el último reducto de la moral cristiana y las buenas costumbres.

En las calles todo está peor. A la salida de la iglesia la Veracruz, la más venerable de Medellín, se venden como arroz películas pornográficas con talento nacional: Paisitas Vol. 1, 2, 3, 4, 5, 6… y así hasta el infinito y más allá. Por todas partes acechan las vitrinas de las tiendas para adultos, con maniquís mal vestidos de enfermeras o colegialas. Y eso no es nada, la mochila de un estudiante de séptimo grado sería un tesoro para cualquier patio en Bella Vista. Cada vez los fetiches escolares tienen más carne. Eso por no hablar del sexo oral y rimado que marca el reguetón. No me alargo sobre Las muñecas de la mafia o el gremio de Sin tetas no hay paraíso porque ya han tenido trabajo suficiente. Y si queremos hablar de perversiones mayores, hay que decir que en diciembre pasado la página web del Congreso colapsó por el físico hambre de sus trabajadores: más de 5.000 visitas a portales de contenido erótico y 3.000 a páginas de búsqueda de pareja. Dilian Francisca dejó eso en el ambiente cuando dijo que se ponía los “panties” al revés. Y si nos vamos a la realidad tal vez valga la pena reportar el dato de un reciente estudio hecho en la ciudad de Cali: en algunos sectores el 100% de las encuestadas dijo haber comenzado su vida sexual antes de los 15 años.

Lo importante es que siempre habrá instituciones para salvar al mundo de la depravación creciente. Entre nosotros un capítulo de esa loable tarea lo cumple la Comisión Nacional de Televisión. Un ente sin mácula si omitimos el contenido de sus contratos. La CNTV intenta imponer desde hace 3 años una multa de 112 millones de pesos al Canal Universitario de Antioquia por un programa llamado Cosas por decir. Debo reconocer que yo era presentador de semejante impudicia: una entrevista con dos personajes trajinados en el negocio del entretenimiento para adultos. El uno tenía una guía de almacenes, bares y moteles bien lubricados en Medellín. Y la otra era una productora de películas porno. Sobra decir que la señora no tenía pelos en la lengua. Hablamos sobre el trabajo de ambos y sobre algunas rarezas locales como el club de la masturbación. Una contradicción en los términos. Al final del programa, sobre los créditos, rodaron 8 segundos de un striptease que mostró una espalda e insinuó un frente. Así lo describe el proceso: “Mientras la actriz de la izquierda tiene su torso completamente desnudo y baila sensualmente, la otra actriz sujeta con sus manos… etc., etc.”. ¡Un funcionario con talento para la literatura erótica!

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Admiro a los oficinistas de la Comisión por su capacidad de vivir todo el tiempo bajo la lógica del depravado que todos llevamos dentro. Una manera de estar alerta frente a la perversión. Para hacerse una idea de los exigentes raseros y las importantes batallas que libran les dejo un dato de una de sus investigaciones. El auto fantástico es el tercer programa más violento de nuestra televisión. Es cierto, es mucho el daño que Kitt le ha hecho a nuestra juventud, es hora de descontinuarlo.

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