La mentira comenzó con un simple afiche. Se hizo elegir como independiente cuando tenía detrás una tropa de políticos tradicionales de todos los colores: los godos Óscar Iván Palacio y Carlos Andrés Trujillo, conservadores pero de puestos; el liberal de seis caras Luis Pérez, quien ha sido santista, petrista y se ha elegido con votos de Vargas Lleras y César Gaviria; el exsenador liberal Mario Castaño, protagonista en el más grande escándalo de corrupción de los últimos años; el líder de la ASI en Antioquia, León Mario Bedoya, con cuotas familiares en su gabinete; el inefable Óscar Suárez Mira, conservador condenado por parapolítica, con fichas en Buen Comienzo; el exsenador liberal Iván Darío Agudelo, quien ha empujado a Quintero desde 2019… Es lógico, en últimas el exalcalde de Medellín hizo su carrera política como emprendedor del clientelismo, caminando con un maletín por los pasillos de oficinas públicas en Bogotá.
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Luego empezó el desbarajuste. La repartija, la corrupción a ojos vista, el cinismo del servidor público que solo piensa en plata y acomodos. Por eso la alcaldía de Quintero nunca tuvo gabinete, solo una registradora burocrática y electoral. Fueron más de 100 cambios en secretarías, gerencias y entidades descentralizadas. Sus secretarios iban y venían de La Alpujarra a la tarima. Quintero fue el último en saltar.
Y si hablamos de escándalos por corrupción o abusos, se podría hacer un juego sencillo: tirar al aire una palabra y encontrar el entuerto de su administración. Empecemos.
COVID: 1) La administración se gastó $23.000 millones adecuando una clínica abandonada donde instalaría cientos de unidades de cuidados intensivos. No funcionó una sola. Fue un simple centro de terapia respiratoria. 2) Cercó un barrio entero, con vallas y militares con fusil, para detener el virus. Experimento biológico. Para mayor bochorno, el barrio se llama El Sinaí.
Parques: 1) Cercó el Lleras y la Plaza Botero. Acabó con el espacio público y lo puso en manos del filtro discriminador de la policía. Ciudadanos con “presencia” y extranjeros, bienvenidos. Pintas indeseables, me dan la vueltica por fuera de las rejas.
Conciertos: 1) Junta de bolsillo elegía empresarios según se metieran la mano al dril. Las exigencias no eran solo de sonido y pantalla.
Universidades: 1) Metió al Esmad a la U. de A. con apenas un mes en la Alcaldía. Ni la extrema derecha se había atrevido a tanto. 2) Salpicó a la U. Nacional con un contrato de $9.000 millones que terminó sirviendo como plataforma publicitaria para sus candidatos.
Jardines: 1) Acabó con uno de los orgullos de la ciudad, ejecutado por la gente del Jardín Botánico, otro de los orgullos, para entregarles el contrato de mantenimiento a sus amigos liberales.
Restaurantes: 1) En solo ocho meses de este año, Quintero y su corte gastaron $185 millones comiendo a manteles con la caja menor de su despacho. Diana Osorio —alias la Ingestora— alardeaba de los deliciosos almuerzos en sus redes sociales. 2) La exsecretaria de Educación y la exdirectora de Buen Comienzo están imputadas por desfalco de $2.000 millones en los paquetes de alimentación escolar y madres gestantes.
Basuras: 1) Arruinó uno de los mayores logros sociales de la ciudad en años. El basurero de Moravia, historia de nuestras infamias, se había convertido en un espacio sin riesgos, un morro de basura con manejo ambiental y sin peligro para los habitantes. Con Quintero volvieron las invasiones y el Medellín con tugurios sobre las basuras.
Suelten palabras, al azar, sin pensar, y encontrarán desfalcos y abusos del agitador que dice ser un guerrero.