El presidente Petro sufre de una hiperactividad negociadora. Tiene una confianza ciega en sus habilidades de persuasión, en sus poderes sugestivos que pueden dominar a sus antagonistas, rendirlos a fuerza de gestos y palabras. El presidente considera que tiene algo de mago y se muestra fascinado con su voz y sus frases. Es claro que al menos el presidente se convenció a sí mismo.
Quiere negociar con el Eln, las disidencias de Gentil Duarte, el Clan del Golfo, las bandas criminales en las ciudades, los capos en las cárceles, los paras recién arrepentidos y la Segunda Marquetalia de Márquez. Pero nunca es suficiente y el presidente...
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