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Rabo de ají

Infeliz aniversario

Pascual Gaviria
22 de diciembre de 2021 - 05:30 a. m.

Hace exactamente dos años comenzó el brote de una extraña “neumonía viral” en Wuhan. Entre el 12 y el 18 de diciembre de 2019 funcionarios de salud en la ciudad se preguntaban por la condición de pacientes con reacciones desconocidas. Para el 30 de diciembre había 168 casos detectados y las cuentas de los modelos de propagación hablan hoy de 4.000 personas que ya caminaban infectadas por la ciudad. Las alarmas hicieron que las muestras fueran directo a un laboratorio en Pekín para lograr la secuencia genética del virus. La jefa del departamento de emergencias del Hospital Central de Wuhan recibió el análisis de Capital Bio Medicals. Luego diría que un escalofrío fue el primer síntoma derivado de su lectura: “SARS coronavirus”, fue la señal equivocada con la que todo empezó. El laboratorio había fallado en la primera secuencia, pero la información era digna de ser compartida. La directora marcó las dos palabras con un círculo rojo y rotó el informe por WeChat.

Entonces fue el momento de Li Wenliang, un oftalmólogo del Hospital Central que revisó el mensaje y lo pasó a sus compañeros de la universidad con dos advertencias: no compartir la información y protegerse en el trato con los pacientes y al mismo tiempo proteger a sus familias. No había terminado 2019 y al menos decenas de médicos chinos ya sabían que algo grave venía en camino. Ya era imposible atajar ese mensaje y el 3 de enero la policía estaba en la casa del oftalmólogo exigiéndole no “hacer comentarios falsos”. Se le acusaba de “haber perturbado severamente el orden social” y se le advertía que persistir en sus mentiras lo llevaría a la cárcel. El 20 de enero China declaraba la emergencia y 10 días después, cuando ya se sabía que el virus no era un SARS sino un coronavirus desconocido, Li recibía la noticia oficial: “Hoy me dieron el resultado de las pruebas de ácido nucleico y es positivo. Finalmente he sido diagnosticado”. El 7 de febrero el hospital comunicó su muerte y se desató la indignación en China. El gobierno pidió disculpas y reconoció errores en el tratamiento inicial del brote de coronavirus.

Pero la noticia había rodado por el mundo mucho antes de la muerte de Li. La epidemióloga neoyorquina Marjorie Pollack, directora de ProMed, una organización que prende alarmas mundiales sobre brotes de enfermedades, mandó el 30 de diciembre una comunicación solicitando información sobre lo que pasaba en China a más de 80.000 contactos. Envió, además, un ofrecimiento de ayuda de su equipo al profesor George F. Gao, director general del Centro para el Control de Enfermedades de China. La respuesta fue muy amable: le deseaban un feliz año.

Hay otro nombre detrás de los primeros anuncios. El 6 de enero el profesor Zhang Yongzhen obtuvo la secuencia genética del virus similar al SARS. La Comisión Nacional de Salud prohibió compartir información sobre el hallazgo. El 11 de enero el profesor Zhang viajó de Pekín a Shanghái y autorizó a Edward Holmes, su compañero de investigación en la Universidad de Sídney, a hacer pública la secuencia. Su laboratorio fue cerrado, pero al día siguiente las fuentes oficiales se vieron obligadas a revelar la marca genética del virus. El 13 de enero se anunció un primer caso en Tailandia y el 14 la OMS confirmó, en contra de lo que decía China, que el virus era transmisible entre humanos. El 11 de febrero de 2020 el coronavirus ya había matado a más de 2.200 personas y estaba presente en 39 países.

Dos años después, cuando todo parece normal y lejano, el virus está en manos de los políticos y sus medidas de policía. Sabemos de sus cifras día a día, su terror a la opinión pública, su afán de control y su decisión de repetir fracasos. Los virus mutan y los políticos se repiten. Tenemos que volver a buscar los nombres de los científicos.

 

PEDRO(90741)22 de diciembre de 2021 - 10:20 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 228 días para que termine este gobierno sinvergüenza. Su voto consiente es de vital importancia para que no vuelvan a ocurrir todos los desmanes que han pasado hasta ahora.
jose(33220)22 de diciembre de 2021 - 07:42 p. m.
Ese es uno de nuestros problemas . Los corruptos de este pais (ratas de slcantarilla) .no mutan sino que progressn en sus mañas. Y tsmbien son un gran virus .pero no sirve ninguna vacuna. O si la wue ellos mismos nos hacen via impuestos.
name(61569)22 de diciembre de 2021 - 06:12 p. m.
" ...las dictaduras fomentan la estupidez" (Borges) y los caudillismos también, como se comprueba con el forista que hace gala ,permanentemente, de ella.
Atenas(06773)22 de diciembre de 2021 - 10:53 a. m.
Ehh, botarle tanta tiza a lo q’ no ha sido más q’ otro patógeno con prontuario de muertos q’ no excede el 0.07% a escala orbital, es evidencia de q’ ahí ha habido más afán mediático de un periodismo acosado x las redes sociales q’ lo q’ era menester objetiva/ informar. Y q’ ahora, con una aparente nueva vertiente, nos quieren, de nuevo, asustar. ¡Ya está bien así! Con el daño económico basta.
  • Andres(11973)22 de diciembre de 2021 - 11:29 a. m.
    Tantos que creen las bobadas que escriben o hablan terminan infectados o muertos. Hay buenos ejemplos. Vacuna contra la ignorancia y el síndrome de la avestruz no hay.
Oscar(5340)22 de diciembre de 2021 - 11:53 a. m.
Dos años despues todo parece normal y lejano ? Quienes mas han pedido, cuarentenas, mascarillas, vacunas, test, evitar aglomeraciones y otras medidas que restringen libertades son los científicos y son claras sus razones, son medidas sanitarias que benefician las comunidades, no son medidas policíales, por que es tan difícilmente entenderlo ?
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