
"El rechazo de ese pueblo al que tanto apelan es su gran pesadilla. Pero el fruto está maduro": Pascual Gaviria
Foto: EFE
Pinochet no podía creerlo. Llevaban ocho años preparando una elección para sostenerse con algo más que el terror. La trama era patética. Los comandantes de las fuerzas armadas designarían a un candidato para que fuera a las urnas y la gente decidiera sobre su idoneidad para un periodo de ocho años. No había rival, era solo un SÍ o un NO para el señalado. Pinochet no estaba en la lista, se suponía que era un acuerdo de transición y que el “candidato” sería un civil. Pero Pinochet se antojó. “Si soy el mejor y el más fuerte, ¿por qué no puedo ser el comandante en jefe?”, pensó. Sus subordinados, los supremos militares, lo escogieron...
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