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Padres en la oscuridad

Pascual Gaviria

04 de junio de 2013 - 06:40 p. m.

Es el turno de Petro. Cada año a algún político se le ocurre la genial idea de entregarles a los policías un reloj y una excusa para “conducir” a los jóvenes trasnochadores hasta el patio de una inspección.

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Sin importar la ideología o el partido, gobernantes y legisladores terminan cediendo ante su deseo de ser padrastros protectores por la vía del decreto, el acuerdo o la ley. En últimas, se trata de un reproche moral contra los padres en abstracto: ya que ustedes no pueden o no saben controlar a sus hijos, hemos tomado la potestad —enérgica y bienintencionada— de señalar una hora perentoria para la reclusión de los menores en sus casas.

Una sociedad medianamente autónoma, con un mínimo de recelo frente a los autócratas y su pretensión de imponer una cartilla disciplinaria sobre asuntos privados e inocuos, se rebelaría ante tales decisiones. Pero entre nosotros se cree que los permisos familiares o los procesos escolares, al igual que los riesgos sociales que traen la adolescencia y la oscuridad, deben ser tutelados con la torpe intervención de la Policía y sus reseñas. La plana que impone un agente sobre una planilla es todavía una receta valorada en Colombia. No importa que en las demás esferas se maldiga la ineptitud de las tareas estatales. Los políticos saben del valor simbólico de sus decretos, les encanta alardear con el lazo firme de su firma. También saben que es más fácil dar una orden arbitraria como máxima autoridad de Policía que planear una política para que los jóvenes no huyan de los colegios.

Hace unos años, siendo senador, lo intentó Jorge Enrique Vélez, quien propuso una ley para que en Colombia fuera obligatorio que los menores de 16 años estuvieran bajo techo y bajo llave después de las 11 de la noche. También el gobierno Uribe propuso que el Código de Policía cerrara las calles a las 10 p.m. para quienes aún no alcanzaban la cédula, y agregó la idea de una multa a los padres incapaces de amarrar a sus hijos al televisor o al Facebook. Más tarde se ha intentado en Cartagena, en Bucaramanga y donde quiera que haya un político que pretende esconder su impotencia frente a los delitos con la restricción de algunos derechos ciudadanos.

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La Alcaldía de Bogotá dice que en julio estará listo el decreto con la hora precisa. En un comienzo se pensó sólo en algunas localidades, para que la medida tuviera algo de discriminación entre los jóvenes de los guetos y los de los parques apropiados. Pero al final parece que se extenderá a toda la ciudad. Según el secretario de Gobierno, Guillermo Alfonso Jaramillo, hace falta afinar los aspectos recreativos: “Necesitamos lugares donde los menores puedan recrearse mientras sus padres los recojan, porque no pueden ser llevados a las UPJ o a sitios donde hay criminales”. Me imagino que los policías serán árbitros de los picados entre los trasnochadores, les leerán algunas sagas de Poe o completarán el cupo en el tablero de parqués.

En Bogotá comenzaron restringiendo la noche para los menores en los días de Amor y Amistad y las Velitas, ahora están listos para “protegerlos” de ellos mismos y sus decisiones durante todo el año. Hablan del peligro que se cierne sobre los menores que deambulan la calle. Porque sólo es posible caminar hasta las 10:59 p.m. Cuando los políticos antagónicos coinciden en medidas para protegernos, no queda más que rebelarse o temblar. Bien sea que esté de día o de noche.

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